viernes, 21 de octubre de 2016

JUEGO DE LA BOLA (MOGÁN Y TEJEDA)

Días atrás un anónimo lector del blog preguntaba a cerca del topónimo ‘Juego de Pelota’ en Mogán que me era desconocido, al margen de la sorpresa pues no había considerado la posibilidad de consolidación de un topónimo debido a un juego tradicional.

La curiosidad me llevó a indagar en el buscador del visor del IDE Gran Canaria, y siendo negativa la consulta, opté desde la primera acepción que nos aparta el DRAE del término ‘pelota’ «1. f. Bola de materia elástica que le permite botar, y que se usa en diversos juegos y deportes», al considerar que podría deberse la típica trasmisión de topónimos incorrectos de los últimos tiempos, asociando costumbrismos antiguos a las tendencias más actuales por su notoriedad, y así elevé una nueva consulta al buscador introduciendo el término ‘Juego de la Bola” más tradicional por el significado dado, y así obtuve dos topónimos que responden a dicha definición “Juego de la Bola”, localizados en Tejeda y Mogán.
 
Vegetación en los lomos de Puerto Rico (marianydani.blogspot-com)
Desde un principio había desechado toda posibilidad que tratara del juego de la Pelota Vasca, desde el conocimiento de que a la isla arribaron en los primeros tiempos de su historia muchos conquistadores y colonos de aquellas tierras pero no tuvo arraigo, y ello me reafirmó en el término ‘Bola’, pues entendía que podía tener relación con el tradicional juego de la ‘Bola Canaria”, algo similar al de la Petanca en su desarrollo, pero distinto porque en la canaria las bolas que se lanzan son de madera y en la petanca estas son de metal.

Pero mi sorpresa fue en aumento, cuando al localizar ambos topónimos en territorios rústicos, muy lejos de asentamientos de población, causándome cierta perplejidad pues en todos los juegos mencionados se hacía necesario disponer de un campo de juego, al menos, un suelo raso preparado de alguna manera para competir los jugadores, y no parecían por tanto reunir tales condiciones estos dos lugares, y menos aún, por la ausencia de asentamientos de personas que vivieran en sus proximidades, dado que la notoriedad de un topónimo lleva aparejado la percepción por la memoria colectiva de los lugareños.
 
El lugar de Mogán en el Lomo de los Pinitos Nuevos (Google Earth)
En el interés de conocer si concurrían tales circunstancias en otras islas, repetí la búsqueda del topónimo Juego de las Bolas, a sabiendas de que el juego de la “Bola Canaria” fue más conocido en tiempos pasados en La Palma, Lanzarote y Tenerife. La consulta en el buscador del IDE Canarias, incluyendo todas las islas, inventarió los siguientes lugares que he clasificado por isla según esté en suelo urbano (U) o suelo rústico (R), distinción que me puede aproximar a conocer que en los urbanos pueda deberse a la existencia de un campo de juego todavía en uso, por la semejanza de la Bola Canaria con la Petanca, si bien en el segundo las bolas son metálicas y en el primero de madera, y los neófitos los confunden. El resultado fue el siguiente:

·     La Gomera: Agulo (U) y Puntallana (R).
·     La Palma: Garafía (R), Puntagorda (R), San Andrés y Sauces (U).
·     Lanzarote: Teguise (R).
·     Tenerife: La Orotava (R), Buenavista del Norte (R) y Guía de Isora (R).
Por consiguiente, todos son en suelo rústico, con excepción de los casos de Agulo (Gomera) y San Andrés y Sauces (La Palmas), llamando la atención que el localizado en el municipio de Teguise (Lanzarote) el topónimo lo recibe una Punta y una Ensenada en la orilla del mar.

Conocida la clasificación del suelo donde se encuentra la gran mayoría de los topónimos, en suelo rústico, dentro de ambientes rurales, parece difícil entender como pudo tener origen un topónimo así.

Buscando respuesta a tal interrogante, como sabíamos de la antigua existencia de algunas variantes distintas de juegos de bolas y raquetas o algo similar para impulsarlas, es oportuno reproducir en su integridad la más documentada bibliografía sobre los juegos tradicionales canarios (NAVARRO ADELANTADO et HERNÁNDEZ ÁLVAREZ, 2014), que nos da cuenta de tres distintos que son el pelotamano, la bola canaria y la pina.

«Pelotamano
El juego de pelotamano es una de las ramas del viejo jeu de paume [traducido del francés, raqueta] que se ha conservado en la isla de Lanzarote hasta la actualidad. Lo más llamativo de esta circunstancia es que la pelotamano ha logrado mantener las antiguas formas de los juegos de pelota.
La llegada de la pelotamano a nuestras islas pudo deberse a la influencia normanda del primer momento de la conquista de las islas por Jean de Bethencourt, en 1402. En la Crónica bethencouriana se cuenta cómo a Bethencourt le acompañaron en su segundo viaje 80 hombres de guerra, de los cuales 23 llevaron a sus mujeres. Precisamente, Gadifer, el capitán que contrata Bethencourt para la conquista, fue un buen jugador de pelota, pues se le cita, en 1372, como ganador de una partida de jeu de paume al duque de Borgoña, a quien le ganó 31 francos de la época. No obstante, este juego también era parte de la cultura castellana, lo cual permitió su asentamiento.
El primer dato del juego en Canarias lo encontramos en Teguise (Lanzarote) en una escritura de 1616, donde se menciona la venta de unas casas que están junto a un juego de pelota. También se presume que la calle Pelota, del antiguo barrio de Las Palmas, debe su nombre a haberse jugado en ella, apareciendo ya citada esta denominación en el plano de Agustín del Castillo, en 1686. Se ha conocido la práctica de este juego, además de en Lanzarote y Gran Canaria, en Fuerteventura, La Palma y Tenerife, si bien en esta última isla de manera muy localizada.
Ilustración de Juan Hernández (Agenda Cultural 2007 A.C. Chuchango)
El juego de pelotamano consiste en devolver la pelota, golpeándola con la mano, antes de su segundo bote, que proviene del otro campo, o en su caso, pararla (atajarla) con la mano o con el pie, para que no siga su curso. Se intenta ganar terreno al otro equipo, marcando con una raya el lugar donde salió la pelota o pudo ser parada. El espacio de juego es alargado, limitado solamente por los laterales. En el fondo del saque existen dos piedras denominadas cabo de bote, una sobre cada línea lateral que describirá una línea imaginaria. Las dimensiones del espacio son de 60-70 pasos de largo, por 8-9 de ancho.
El campo de juego se divide en dos partes que separan a los dos equipos por medio de una raya denominada raya de falta; por tanto, limita el campo de saque del campo del resto. En el campo de saque se ubica el bote, que es un artefacto diseñado para efectuar el saque. La forma de puntuación es a faltas o puntos (15, 30, 40...) y a rayas, contabilizándose hasta un máximo de dos. La raya se marca con el dedo en la tierra junto a la raya de falta. Cuando se consiguen todos los puntos de un juego se contabiliza un chico. El conjunto de cinco chicos constituye un pajero. El número más habitual de jugadores es de cinco contra cinco, aunque también pueden jugar cuatro o seis por bando.
Bola canaria
La bola canaria es una manifestación más del grupo de juegos de la familia de la bocha [DRAE: Juego entre dos o más personas, que consiste en intentar que las bolas que cada uno lanza por turnos se acerquen más que las de los otros a un bochín lanzado a cierta distancia al principio de cada juego]. Nos encontramos ante uno de los juegos documentados más antiguos, del que ya se tiene constancia en el antiguo Egipto.
Ilustración de Juan Hernández (Agenda Cultural 2007 A.C. Chuchango)
Este juego se difundió desde la Península, pero no hay certeza acerca del momento de su entrada en Canarias. Probablemente, este juego tenga, como el juego de pelotamano, ya una raíz francesa y prácticamente a la par también castellana. Para reafirmar la primera hipótesis, diremos que en las Islas son los conejeros, o lanzaroteños, los jugadores más afamados y considerados tradicionalmente de más calidad. Respecto a la segunda hipótesis, diremos que el juego de bolas era una de las manifestaciones lúdicas más populares en la España peninsular del siglo XV.
Lanzarote representa el punto de mayor tradición del juego de la bola. Los antiguos jugadores atribuyen el origen del juego a esta isla, manteniendo que el juego siempre se difundió a otras islas de la mano de conejeros. Se practica, y se ha practicado este juego en Tenerife, Fuerteventura, pero posiblemente se jugase también en otras islas. Las mejores bolas se consideraban las de madera de palo blanco, que se utilizaba también para los dientes de molino, y que eran encargadas en La Palma.
El juego consiste en lanzar una bola desde el rayo, o marca de partida, con el objetivo de aproximarse lo más posible a una bolita, o boliche, con el mayor número de bolas disponibles del propio equipo. Los jugadores actúan a turno, decidiendo qué componente del equipo debe lanzar. La partida es a 12, siendo habitual jugar más de una. El número de bolas es de 12, repartiéndose, en el caso de tres para tres jugadores, dos bolas cada uno. Las bolas de un equipo se diferenciaban de las de otro por la presencia, o no, de una raya; también, en otros casos, de una tacha o pequeño clavo. El sistema de juego es denominado tres las dos mejores, o lo que es lo mismo: gana el equipo que primero llega a dos victorias.
Sin embargo, a pesar de que no cambia de manera sustantiva el juego, la principal diferencia con el juego de bolas reside en la calidad o material con que está hecha la bola. En Lanzarote se defiende la madera, en contra de la bola de pasta, que está también muy difundida. Los viejos jugadores defienden la bola de madera porque obliga a un juego más difícil, en el que es más costoso embochar, al ser la bola más ligera y con algo de menor volumen.
Pina
La pina es una de las ramas de otros juegos constituidos por los actividades de palo o bastón. Sus antecedentes se encuentran en el juego de la crosse [traducido del francés, culata], del que ya existen evidencias en miniaturas francesas del siglo XIV y más remotamente en la antigua Grecia.
La entrada del juego de la pina en Canarias tuvo que deberse a la difusión del juego de la chueca, que era una manifestación lúdica común en la España peninsular ya en el siglo XV. Rodrigo Caro recoge una mención de Diego de Guadix, en 1593:
«Chueca llaman en algunas partes d'España a cierto troçuelo pedacillo de madera (menos redondo que la bola) con que antiguamente jugaron los árabes en España y juegan oy en día los labradores en Castilla».
Las primeras referencias que se conocen de la pina en Canarias son un poco tardías y corresponden al siglo XIX. Fernández Castañeyra menciona el juego de la pina asociado a la fiesta en 1884:
«En la plaza, los días de fiesta, luchas y juegos de pelota y pina».
Ilustración de Juan Hernández (Agenda Cultural 2007 A.C. Chuchango)
La práctica de la pina, hoy desaparecida, se conoce, además de en Fuerteventura, en Tenerife, La Palma y en El Hierro, aunque se presume que su práctica pudo abarcar a todo el Archipiélago. Bethencourt Alfonso (1912) dedica un pequeño relato a la pina en Tenerife:
«Un número indeterminado de mozos armados de cayados o estacas, se dividen en dos bandos con fuerzas iguales, para situarse en un llano en dos filas paralelas ocupando en extensión lineal un centenar de varas más o menos. Lucha cada bando porque llegue a estacazos la pina o séase una bola de madera, el uno al extremo izquierdo del recorrido señalado y el otro extremo derecho para ganar la partida».
La referencia a la pina de Diego Cuscoy en su obra Folklore infantil (1943) muestra el paso de un juego de adultos a un juego de jóvenes.
Hasta donde conocemos, la pina fue un juego de labradores, cuya esencia consistía en llevar la pina, o pelota de madera, a golpes de palo hasta el fondo del campo contrario, mientras el otro equipo lo impedía y lo intentaba, a su vez, respecto al otro campo; los choques eran constantes y era un juego reservado a los hombres; el inicio y continuación del juego tras cada tanto se hacía desde el centro del terreno, que en el caso de El Paso (La Palma) tenía un pequeño agujero (aturridero); se limitaban los laterales pero desconocemos su trazado, sí en cambio los fondos que eran con líneas; la terminación del juego dependía del momento del día, de la luz... La fabricación de la pelota se realizaba con un trozo de pino, o de raíz de brezo, que se trataba de redondear para el juego; los palos eran ligeros, de unos 50 cms. de longitud, con cierta curvatura en su extremidad opuesta al agarre; el material podía ser de madera de almendrero o de pino».
Tras la lectura de lo escrito de los tres juegos, y concretando en los dos topónimos de Gran Canaria ambos en suelo rústico y en un entorno totalmente natural, sin apariencias de impacto antrópico, producido por el hombre, destacamos la gran posibilidad que los topónimos se deban a este juego de la pina, pues como ya se ha dicho, era un juego de labradores, cuyo campo de juego no requiere que esté preparado, ni tan siquiera que sea raso en términos totales, porque la pelota se realizaba con un trozo de pino, o de raíz de brezo, que se trataba de redondear para el juego, de donde no era una esfera perfecta y no rodaba con tanta facilidad, pues lo importante era el impulso por los golpes dados con los palos de madera de almendrero o de pino.

Esta definición del juego dista mucho de la que incorporó PANCHO GUERRA (1977) Léxico de Gran Canaria (p. 231), que dice: «PINA.- Juego infantil. Un taco y una "pala" (como en los "bolos")», posiblemente tomó la información dada por Diego Cuscoy de 1943, ‘de un juego de adultos que pasó a jóvenes’. Ya se ha visto que se trata un juego viril, de hombre curtidos en la labranza o análoga, de fuerza e ímpetu, con golpes y choques constantes entre los que compiten.
Ortofoto del lugar en Tejeda (Google Earth)
Tenemos otra referencia bibliográfica en la Agenda Cultural 2007, de la ASOCIACIÓN SOCIO-CULTURAL CHUCHANGO, y en relación con el juego de la pina nos enriquece más de su dureza:

«…los jugadores portan un palo o “pina” que se hace de granadillo (Hipericum Canariense L.), de mocán u otros, buscando su dureza y que tuviera la “pina forma de bulbo, a manera de maza, en uno de sus extremos.
El grupo que tenía en su poder la bola, trataba de darle lo más fuete posible con el palo y los que estaban en la otra parte trataban de atajarla con sus palos o sus cuerpos, ganando el que lograba rebasar al otro grupo.
Precisamente por la consistencia de la bola, la potencia con que se le pegaba y la velocidad que adquiere, el juego se considera muy peligroso y sólo es practicado por personas adultas».
Ya recogían tales energías en el juego los primeros diccionarios de la lengua castellana (COVARRUVIAS OROZCO, 1674), cuando recogían:

«PINA […] Cerca de los labradores quando juegan a la chueca en el exido son como puerta para salir y entrar por entre las dos pinas» (IBÍDEM, p. 589).
 y como no, también recoge:

«CHUECA, es una bolita pequeña, con que los labradores suelen jugar en los exidos, el juego que llaman de la chueca, poniéndose tantos a tantos; y tienen sus metas o piñas, y guardan q los contrarios no les pasen la checa por ellas, y sobre esto se dan muy buenas caydas y golpes. Dixose chueca de choque, que es el sonido que haze el golpe» (IBÍDEM, p. 295 vta.).
Barranco de los Jaboneros en Mogán
(marianydani.blogspot-com)
Intentamos ahora describir el territorio en que nos encontramos a los dos topónimos de Gran Canaria, sin que podamos deducir de los oficios y perfiles de los posibles jugadores practicantes en estos lugares bastante apartados, y ello desde la premisa que el topónimo se simplificó, probablemente por cierto rechazo social por su dureza, y de la ‘pina’ de los entendidos, de alguna manera acabó en la ‘bola’ del común, probablemente por la mayor notoriedad que tuvo el juego de la Bola Canaria que terminó por federarse en unión de la petanca.

Si bien la práctica del primero, la pina, requería un espacio de terreno raso de unos 300 metros según algunas fuentes, la bola canaria requería de un terreno de juego de juego más acabado y preparado, muchos de ellos cerrados por muretes, de un rectángulo de un mínimo de 18 y un máximo de 25 metros de largo, y de un mínimo de 3,5 y máximo de 6 metros de anchura, siendo sus mayores atributos la precisión y habilidad en el lanzamiento de las bolas con el ‘arrime’ o el ‘boche’ al boliche.


En el municipio de Mogán localizamos el topónimo al norte de Puerto Rico, más allá de Motor Grande, en la cabecera del Lomo de los Pinitos Nuevos, entre el Barranco del Jabonero al naciente y la Cañada de las Veredas al poniente que se juntan para formar el Barranco de Puerto Rico, donde en la actualidad la vegetación dominante es la típica de cardonales y tabaibales. Además del topónimo del lomo haciendo alusión a ‘Pinitos Nuevos”, inmediatamente al norte encontramos el Llano de Cortadores, alusiones claras a los antiguos oficios para la tala de árboles y leña para los distintos aprovechamientos, donde pudo ser considerable la presencia de los mismos por estos lares.

Y en el de Tejeda, lo encontramos al sur de la Presa del Caidero de la Niña, entre las Casas de Pino Gordo  al poniente y Vigaroy al naciente, y, al norte del Roque de las Mujeres, dominando una vegetación entre coladas basálticas encontrando un diseminado de palmeras, pinos, sabinas, sauces, almácigos, peralillos y brezos, en un tapizado suelo, como florístico importante en el que un gran número de especies vegetales de gran interés por su rareza y singularidad se ven amenazadas por la invasora y agresiva rabodegato (Pennisetum setaceum), y sin olvidar la omnipresente tabaiba. Distintas fuentes sostienen que siglos atrás las antes dichas especies de gran porte que poblaban estos lugares fueron objeto del aprovechamiento como madera o leña. También concurrió aquí en mayor abundancia que en la actualidad la actividad del pastoreo.
 
Casas de Pino Gordo (Rafael Peñate Navarro)
En ambos lugares pudiera ser que los practicantes de la pina fueran hombres vinculados al aprovechamiento de la madera siglos atrás, e incluso dedicados al pastoreo, o a al cultivo de cereales, quienes entretenían así sus pocos tiempos de ocio tras una larga jornada de trabajo, en aquellas juntas que convocaban de forma colectiva como buenos vecinos, pero todo ello hemos de entenderlo desde las conjeturas a que llegamos por las distintas premisas expuestas.

Las ocasiones para la práctica de la pina pudieron ser frecuentes, pues el entretenimiento y distracción era merecido después de una junta, como bien dice el refrán castellano “No sabe lo que es descanso quien no sabe lo que es trabajo”, si bien entenderíamos que a este caso habría que aplicarle al término del viril juego, aquel otro gallego que dice “Tras do traballo vén o descanso, máis tamén vén o cansazo” (Tras el trabajo viene el descanso, pero también viene el cansancio), mientras la junta de mujeres se dedicaban a “hilar, coser, majar lino” como se cuenta de las costumbres campesinas:

Vigaroy (Dizean)
«El día señalado para la trilla se convidan a los amigos y deudos, y cada uno viene con su yunta, el zagal y el gañán. Desde las primeras horas de la mañana se tumba la parga, que consiste en tender las gavillas en la era. Luego de terminada esa operación, se da a los trabajadores una copa [de] aguardiente y ½ hd. de pan. A las nueve entran las yuntas a trillar, arrastrando un trillo cada una y dirigidas por el zagal. Cada dos horas se voltea y sacude con horquetas la paja, a fin de que el grano vaya al fondo y la espiga sin romper a la superficie, operación que llaman dar la vuelta. A las doce se da a los trabajadores gofio escaldado con puchero y sopa de fideos, y una hora de descanso de yuntas, y a las cuatro o cinco está terminada la trilla. Se sueltan las vacas y todos los trilladores como puchero y gofio amasado, pan y queso» (GRAU-BASSAS, 1980, p. 52).
«En las faenas propias del país se prestan mutua ayuda, por cuyo motivo hay creadas las juntas que son la reunión de varios vecinos con un fin dado. Hay juntas de cavar o sorribar, de arar, trillar, plantar, descamisar, sacar trigo, y de hilar, coser, majar lino, etc. Estas juntas son una especie de fiesta o alegre reunión en donde se trabaja, y el amo o dueño del trabajo da de comer» (IBÍDEM, p. 77).
Localización en Mogán (IDE Gran Canaria)
Localización en Tejeda (IDE Gran Canaria)



viernes, 14 de octubre de 2016

CASA PASTORES (SANTA LUCÍA DE TIRAJANA)

En el análisis y estudio de la toponimia de la isla nos encontramos ante un caso singular por la capacidad de la sociedad del siglo XX de creación de un topónimo, en un escenario donde todas las referencias conocen de barriadas, urbanizaciones, calles y avenidas, y poca dada a reconocer un lugar geográfico por los usos y costumbres de sus convecinos.

Situando el origen de la consolidación de este topónimo a finales del primer tercio del pasado siglo, el topónimo que nos ocupa de Casa Pastores, debió nacer con el intercalación de la preposición ‘de’ denotando posesión o pertenencia, pues se trataba de una Casa propiedad de Pastores, que como bien dice la RAE sobre los topónimos, aun sin constituir un compuesto univerbal, ha perdido la preposición.

Cuevas del Barranquillo del Polvo (Jurria Humiaga)
Y el topónimo aparece precisamente en un territorio donde otros topónimos con anterioridad se crearon por las historias del siglo XVIII de aquellos vecinos de Agüimes que por estas tierras traían a pastar sus ganados de cabras y, en menor medida para cultivos, quienes llevaron a cabo el histórico Motín de Agüimes contra la posesión de las tierras dadas a Francisco Amoreto, que llevaría a un pleito ante el Consejo de Castilla, donde el “vecindario” fue defendido por el doctoral Mendoza, historia que dio origen a los topónimos ya tratados en este blog de Vecindario y El Doctoral.

De alguna manera o por un casual, de aquellos acontecimientos vividos por pastores, dos siglos después las nuevas generaciones de vecinos que tienen su morada en pequeñas casas terreras, aprecian la prosperidad que ello se supone en comparación con una cueva convertida en vivienda por una pareja de pastores, y la identifican como Casa Pastores.

Interior casa-cueva del Barranquillo del Polvo (Jurria Humiaga)
El topónimo lo localizamos como un pequeño barrio entre el Cruce de Sardina al naciente y Sardina al poniente, al sur del Barranco del Polvo cuyo cauce le separa del Llano del Polvo. Su creación como topónimo y barrio nace en la práctica con la llegada y asentamiento del matrimonio formado por María Rodríguez Martel y Manuel Guedes López, ambos pastores, él descendiente de generaciones de pastores, de las tierras de pastores en La Pasadilla, y ella de piqueros y poceros, a quien mencionamos primero no sólo por ser mujer madre de catorce hijos, sino también por lo que contaban sus deudos:

«¿usté cree que las pastoras pasaban menos trabajos que el pastor? Las pastoras pasaban mas trabajo que el pastor porque las pastoras tenían que ayudarle al marío, hacerle la comía, lavarle la ropa, y había que ...y atender a los hijos. Eran unas esclavas porque en ese entonces ...en el fuego había que ajuntá la leña, y el fogal era un fogal de piedra... ponían unas piedras y hacían el fogal y antonces allí hacían la comía, en el fogal... llegaban los maríos ...le ponían la mesa. Como venían yelaos o cansaos, comían y alli se acostaban en la cama... y la mujer atendiendo lo demás» (GONZÁLEZ, 2005, p. 7).

Ortofoto de Casa Pastores (IDE Gran Canaria)
El barrio nace a partir de los primeros establecimientos próximos al lugar de muy pocas familias, pero serán los asentamientos definitivos de los pastores la que dará notoriedad al mismo.

«Este precoz poblamiento no llegó a producir más que un pequeño núcleo de importancia secundaria, siendo las cuevas utilizadas principalmente por pastores que apacentaban en las montañas circunvecinas.

En el Barranquillo de las Cuevas, Nuevo o del Polvo, los censos electorales de 1909 y 1918, señalan respectivamente la residencia de tres y un jornaleros (son, en 1909, Juan Cardero Judas, José León y José Sánchez Estupiñán).

En 1927, se producen nuevos asentamientos de pastores en la margen derecha del Barranquillo del Polvo, frente a la Hoya de la Negra, dando lugar al núcleo de Casa Pastores (Las familias de José Pérez y Antonio y Manuel Guedes) que, ampliado por sucesivas parcelaciones, ha constituido el nexo urbano entre Vecindario y Sardina…" (GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, 2001, p. 681).

María y Manuel (Federación de Salto del Pastor Canario)
Las reconocidas oficialmente con el viejo topónimo de Cuevas del Provecho, denominación también dada a las que se encuentran en la vertiente sur del Barranco de Mata en Las Palmas de Gran Canaria, siguiendo el significado académico de la locución adverbial de ese algo «Dicho de una persona o de una cosa: Útil o a propósito para lo que se desea o intenta», no son otras que las identificadas por la dicha familia de pastores como «… las cuevas del Barranquillo del polvo, que llaman. Las Cuevas son de la montaña de Majá Ciega, pero son conocías Las Cuevas del Polvo, del Barranquillo del Polvo».
 
Como bien cuentan también «antes araban las tierras y había viento y no era too sino polvo» refiriéndose a esos topónimos ‘del Polvo’, barranco, llanos, y barriada todos derivados de la voz de siglos atrás para reconocer esas tierras muy finas que con los fuertes vientos habituales en la zona antes que los paramentos de la construcción dificultaran su tránsito, eran trasladadas por la fuerza eólica haciendo imposible la visión y la propia vida, son tierras residuales de la erosión no sedimentadas, sin olvidar que nuestro ilustre y desparecido geógrafo defendía su teoría:

«Más arriba de la unión con el Barranco del Polvo, el barranco de Balo ensancha su lecho extraordinariamente. Indudablemente este amplio estuario, debió ser un suelo lagunar cuando el volcán de Arinaga le cerró el paso al mar después de su erupción» (BRAVO EXPÓSITO, 1964, Tomo II, p. 108).

La "trashumancia"  de la vida de una familia de pastores
Desde que el matrimonio de pastores Manuel Guedes López y María Rodríguez Martel, después de aquellos trueques de compadres de picar para ampliar la casa-cueva a cambio de leche, suero y quesos, se conocieron y casaron allá en Cazadores (Telde), después de la bendición del señor san Miguel, establecieron su primer hogar en cuevas, allá arriba en Cuevas Blancas (Valsequillo), siempre buscando los buenos pastos para su rebaño y donde tuvieron a cinco de sus catorce hijos entre 1917 y 1935.

Pero como muchos que subsistían de su trabajo, en muchas ocasiones por el trueque del producto de su ganado por otros productos que precisaban para su sustento y la supervivencia de una familia ya numerosa, en tiempos muy difíciles, cuando las islas padecían no sólo el desabastecimiento, y también gran parte de su población el trabajo en el campo por la caída de exportaciones como consecuencia de la Gran Guerra (1ª Guerra Mundial, 1914-1919).

Pensamos que de alguna manera decidieron acercarse con su ganado a lugares donde pudieran haber vecinos que les compraran con dinero sus productos, y así emprendieron una larga trashumancia siempre en el entorno de barrancos o tributarios del Barranco de Balos, así llamado aguas abajo, aguas arriba Barranco de los Corralillos, siempre dirección al Sur, donde pararon y nacieron sus gemelos María y Manuel.

Fachada del Centro de Interpretación (Ayuntamiento de Santa Lucía)
Continuaron su particular trashumancia siempre en la dirección del meridiano, dejando a su izquierda el sol de la mañana, y así llegar a la Mesa de Morales, (lomo) donde nació su hija Lucia. En Las Carboneras según contaban a nuestra fuente bibliográfica estuvieron poco tiempo, de donde pudo ser un corto recorrido de ida y vuelta porque en Los Colorados nació su hija Teresa. Y así llegaron a su última cueva convertida en casa, en las Cuevas del Polvo o del barranquillo homónimo, donde nacería su hija Carmela, y la necesidad impuesta por la matriarca de comprar un solar y vivir como sus nuevos vecinos, que ya iba siendo hora de acabar con la trashumancia. Y qué mejor que en el entonces Cercado de la Virgen, de los “Morales”, posiblemente de esos descendientes de terratenientes que dejaron varios topónimos por estas tierras, allá enfrente de las cuevas del barranquillo, para no olvidar de dónde vinieron.

Manuel Guedes, hijo (Izuran)
Aquella Virgen que llevaba su nombre de la que cuenta la Biblia sólo parió a uno, mientras ella, seña Mariquita Rodríguez Martel, pariría a cuatro hijos más, hasta completar los catorce con dos de ellos perdidos, no ya bajo techo de tosca natural de las cuevas, sino bajo uno de esos techos de los que se hacían sobre paredes de carga con tablas y buena mezcla, manteniendo con ‘jorcones’ hasta que fraguara.

Él, su marido y sufridor compañero de oficios, padre de sus tantos hijos, se había dejado llevar por la mejor iniciativa de la matriarca y se habría ganado el título de ‘cho’, aquel que aquí en esta tierra se daba a las buenas gentes por sus saberes adquiridos en la universidad de la vida. Cuando se alinearon otras casas a ambos lados de la suya, a su calle la bautizarían la del “Buen pastor”, y no era para menos. A partir de ese momento, el origen del topónimo bien pudiera deberse a la cueva de enfrente que fue casa de los pastores, o bien que lo fuera por la nueva casa de los mismos ya en el lugar que ocupa el barrio, indiscutible respuesta de aquello que forjó la memoria colectiva de los convecinos de entonces.

El tercer hijo de los pastores, Maestro Manuel Guedes Rodríguez, fallecido el 7 de enero de 2007 y fuente oral del artículo de El Mentidero de nuestra bibliografía, además de pastor fue un gran experto y maestro en el garrote de pelea, aprendido de sus tíos y tíos abuelos, en sus propias palabras unos «garrotistas del diablo», siempre preconizando su uso como elemento de defensa, aunque en alguna ocasión se vieron obligados a recurrir a esa buena vara de acebuche en defensa de sus intereses entre pastores (IZURAN, 2007).

Interior del Centro de Interpretación (Ayuntamiento de Santa Lucía)
El 28 de junio de 2013 se inauguraba el Centro de Interpretación del Pastoreo, ubicado por su propia historia humana en Casa Pastores, donde fueron los últimos asentamientos de pastores entre Vecindario y Sardina, si bien la presencia de pastores en las primarias tierras de realengo ya fueron aprovechadas desde la prehistoria de la isla por los aborígenes que dejaron sus huellas de goros y majadas, y después en los primeros siglos de su historia tras la conquista, disfrutando de tales derechos como vecindario de Agüimes mediante el pago de un canon al Cabildo General.

Fue precisamente el establecimiento de este canon, aunque no se pagara en algunos tiempos por la precariedad económica de los pastores, la legítima defensa que permitiría que el Doctoral Mendoza hiciera valer los derechos del vecindario sobre las tierras que se adjudicó por sus privilegios Francisco Amoreto, tal como se ha contado al principio.

Grupo escultórico de homenaje al pastoreo (La Provincia)
Este Centro de Interpretación, construido en planta baja de 324 metros cuadrados, ofrece un alto componente didáctico con paneles y vinilos instalados directamente en la pared, los superiores con información para adultos y los inferiores para niños, ilustrados con escenas que recrean un refugio de pastores, un cuarto del queso, y los útiles habituales del pastoreo: cencerras, naifes, telar de lanas y otros.

En la rotonda de entrada al barrio se encuentra también un grupo escultórico representativo del pastoreo. Quizás sería procedente para mayor reconocimiento del mérito y sacrificado arte del pastoreo en la isla, que las denominaciones de las pocas calles del barrio guarden relación con este oficio tan noble, con el recuerdo de los pastores de la isla y su particular entorno, herederos universales de aquellas extraordinarias dotes naturales que los aborígenes tenían y que fueron muy valoradas por conquistadores y colonos que arribaron a la isla.  

Localización (IDE Gran Canaria)

viernes, 30 de septiembre de 2016

VECINDAD DE ENFRENTE (AGAETE)

Topónimo con el que se conoce el asentamiento de población en la banda sur del Barranco de Agaete, en el interior del Valle hacia el naciente, teniendo en la banda norte el caserío de San Pedro de mayor población. Se trata de un barrio, antes caserío, que creció de tamaño trepando por el Roque Bermejo o Montaña de Berbique.
 
Vista (Infonortedigital-com)
La más antigua referencia del lugar la encontramos en una escritura de una capellanía de la Ermita de La Concepción de finales del siglo XVI, que no menciona el topónimo.

«No 7 Joan Baez era obligado a pagar tributo de cinquenta doblas de principal por escripa del 25 de henero de 1585 ante franco de Casares SSno puco como consta de dha escripa que esta en el numo 9.

El Sr Marques de Villanueba del Prado, Don Alonso de Naba y Grimón cauallero del orden de Calatraba debra se obligado a pagar dho tributo como poseedor de la propiedad de donde se debia pagar se y por estar dudosa la mat(...) se tran(...) con dhos o Marqs que remitiendole los corridos pasados dio quinientos rs de principal los quales se impusieron a tributo y paga Joan Ramires veinte y cinco rs en cada un año impuestos sobre ocho o nuebe fanegadas de tierra en la ladera de Ramires que el suso dho y su mujer compraron a Ana Ramires y a Gaspar Rodriguez y a Maria de Almeida lindando con tierras de Bizbique y por otro lado con tierras de Baltazar Ramires y azequia Rl de el Valle de este Lugar de la Gaete y sobre dos suertes de tierras con los llanos de la Gaete lindando con tierras de la Majadilla y otros linderos como mas largamte consta de la escripa otorgada ante Don Joseph de Betancurt SSno puco su esta en Cana a 30 de Junio 1684 la qual escripa con las otras de compra de las tierras hipotecadas por ante Xptoual Suares el 1 de Diziembre de 1682 quedan en el protocolo no (CRUZ Y SAAVEDRA A. J., 1997, p. 211).

La localización de la nueve fanegadas nos la aportan “la ladera de Ramires”, que puede corresponderse con el actual topónimo de “Las Laderas”, despejando toda duda la siguiente referencia de “lindando con tierras de Bizbique”, en referencia clara a la Montaña de Berbique, asentamiento aborigen que tenía sus aprovechamientos ganaderos en la zona baja donde aún encontramos el topónimo de “Corral Viejo”. Se mencionan otras dos suertes, pero estas se sitúan en el actual Los Llanos de Agaete. No ha de extrañarnos la mención de la Acequia Real de la que hablaremos más adelante.

El color bermejo de Berbique (Antonio Medina)
De la ausencia de documentación que pruebe la existencia de construcciones de viviendas en el lugar, si bien pudieron existir cuevas habitacionales de naturales de la isla, el asentamiento en las laderas de la Montaña de Berbique, conocido también por el cromo-topónimo de Roque Bermejo debido al color de su sustrato, debió tener su origen a finales del siglo XIX y desarrollándose de forma más notable a partir de los años 60 del pasado siglo.

Las referencias del poblamiento de Agaete, que tampoco incluían este caserío, en el tercer cuarto de dicho siglo XIX eran las siguientes:

«Forman la pobl. 266 CASAS arruinadas en el pueblo, 67 en el valle y 40 cuevas habitadas: su jurisd. Se estiende á dos pagos de Valle-hormillo, Taucadana, Guayedra y Virvique la Cueva» (MADOZ, 1847, Tomo X, p. 18).

No es habitual la incorporación del adverbio “enfrente” en la toponimia por las connotaciones que sus distintas acepciones tienen según la Real Academia de la Lengua: «De en- y frente. 1. adv. A la parte opuesta, en punto que mira a otro, o que está delante de otro. 2. adv. En contra, en pugna». Y ello puede agravarse cuando va unido al término “vecino” que entraña habitualmente el afecto de la buena relación entre sus gentes.

Aunque en la realidad la relación entre vecinos de San Pedro y Vecindad de Enfrente es exquisita, uniéndoles el puente de dos ojos que salva el cauce del barranco, dando prueba de fe de la proclama de Plutarco de Queronea “que tenía buenos vecinos, y siendo tales los hemos de estimar y honrar mucho, y regalarlos”.

Detalle fotográfico de 1927 (Kurt Herrmann- Fedac)
La más antigua referencia localizada relativa al topónimo nos la aporta un edicto del Juez municipal de la Villa de Agaete, Juan Rodríguez y Martin, de 19 de marzo de 1885 (BOLETÍN OFICIAL DE CANARIAS, 8-abr-1885), que nos dice obedecer a la costumbre de los lugareños en relación con su situación con San Pedro. Se trata de una ejecución de sentencia de un verbal sobre cobro de cantidad promovida por Antonio de Armas y Jiménez contra José Vega Jiménez, sacando a subasta la casa del segundo diciendo:

«Una casa terrera ó de planta baja, sin número de gobierno, compuesta de sala, cuarto y cocina, situada en el pago del Valle de este término donde dicen vecindad de enfrente. Mide su área ochenta y seis metros cuadrados, y linda por la derecha entrando y por la trasera con huertos de herederos de Juan Vega Jiménez, por izquierda con casa de los mismos herederos de Juan Vega Jiménez y por delante con otro huerto de José Rosalía Diepa y Cruz, habiendo sido valorizada por peritos en quinientas sesenta y tres pesetas, cincuenta y siete céntimos, de las que rebajando el veinte y cinco por ciento por ministerio de la Ley, queda reducido su valor á cuatrocientas veinte y dos pesetas, sesenta y ocho céntimos».

Veinte años después, por el inventario del “Arreglo escolar de España”, del Ministerio de Instrucción públ1ca y Bellas Artes de 1905 (BOLETÍN OFICIAL DE CANARIAS, 13-mar-1905), en la definición de los pagos del municipio se incluye a la Vecindad de Enfrente compuesta de 54 casas, 296 habitantes y una población escolar de 189. Del mismo se deduce una estructura típica de asentamientos nuevos en casas de pequeño tamaño, construidas en viejas tierras de cultivo heredadas de sus padres, que acogen a jóvenes matrimonios con un promedio de 3,5 hijos, todos ellos en edad escolar, lo que nos permite deducir que su ocupación mayoritaria es de jornaleros en trabajos agrícolas.

Acequia por Las Longueras
(1890-95 Fedac)


De alguna manera, ambas bandas del Barranco de Agaete, guardan en las entrañas de su historia más antigua, los pleitos de sus vecinos por el agua de las acequias para los riegos de sus cultivos, pleitos que no fueron entre ellos. Muy al contrario de todos ellos descendientes de aborígenes con el comerciante genovés Francisco de Palomar, quien el 9 de agosto de 1494 para liquidar el préstamo que el conquistador Alonso Fernández de Lugo tenía con él, le compró la Hacienda de Agaete, que disponía de un ingenio azucarero en las inmediaciones de la ermita de Las Nieves y cañaverales a ambos lados del barranco.

Cuando Francisco de Palomar tomó posesión de la Hacienda, a los pocos meses tomó la decisión de trasladar el ingenio azucarero desde Las Nieves, junto al mar, al otro lado del barranco en una zona más alta, junto al poblado de Agaete.

«Además, construyó una nueva acequia que aprovechaba mejor el agua proveniente de los nacientes del valle. La posesión de la hacienda de Agaete no fue todo lo pacífica que Palomar hubiera deseado. El poblado prehispánico de Agaete estuvo habitado antes y después de la conquista, radicándose en él una serie de canarios que siguieron aprovechando las viviendas aborígenes allí existentes» (GAMBÍN GARCÍA, Canarios contra hacendados: Crónica de unos pleitos desconocidos sobre el agua del Valle de Agaete (1495-1510), 2008, p. 254).

La construcción de la nueva acequia por Francisco Palomar y desviar hacia la misma las acequias viejas para llevar la mayor cantidad de agua de las nacientes al herido del nuevo ingenio azucarero, obligó a los canarios a desviar por quebraderos agua de la nueva para sus cultivos y no perder sus cosechas aprovechando una mandamiento conciliador del gobernador Alonso Fajardo relativo a su aprovechamiento “en cierto tiempo del día”, mandato que al ser confirmado por el alcalde mayor de la isla Diego Cabrera es recurrido por el mercader genovés, defendiéndose los canarios que sostenían que “el agua del heredamiento no era propiedad de Palomares”· 

El 6 de mayo de 1500 el nuevo alcalde mayor Cristóbal de la Puebla dictó una nueva resolución que consideraba que el agua que entraba en la Acequia Nueva era propiedad de Palomar, y a los canarios se les permitía usar también el agua de las fuentes si construían otra acequia para llevarla a las antiguas, pero que si la tomaban de la Acequia Nueva de Palomares sería usurpación. No disponiendo de recursos económicos ni para defenderse, ni para construir la acequia alternativa, fueron perdiendo capacidad de defender sus derechos, se multiplicaron y dilataron en el tiempo las apelaciones de los canarios. Cuando Francisco Palomares fue enjuiciado por evasión de “monedas de oro” y condenado a la pérdida de sus bienes, la propiedad pasó a la Corona española, quien entregó la posesión del ingenio al tesorero Alonso Gutiérrez de Madrid en 1505, complicándose la defensa de los derechos de los canarios aún más, y que el tesorero vende el 10 de enero de 1517 a Antón Cerezo y su mujer Sancha Díaz, hija de Palomar, el Ingenio y Heredamiento de Agaete a censo enfitéutico (Cesión perpetua o por largo tiempo del dominio útil, mediante el pago anual de un canon).

Vista (nicola_pu)
Era necesario conocer de los dos ingenios, primero en la banda sur del barranco y después en la banda norte, y de la pérdida de los derechos sobre el agua de los nacientes por los cultivadores canarios, para entender por qué en la historia se habla de dos acequias en ambas márgenes, una la Nueva y que más perduró en el tiempo por la banda norte, y otra la Vieja que iba al primer ingenio por la banda de enfrente, la mencionada en la escritura de la capellanía antes mencionada. Ello nos lo documenta con más lujo de detalles nuestra fuente bibliográfica cuando describe las actuaciones del conquistador Alonso Fernández de Lugo y después del mercader Francisco Palomares:

«Al otro lado del arroyo plantó el “cercado nuevo”. Entre estos cercados y el mar levantó el primer el hacendado el primer ingenio, muy posiblemente en lo que hoy es el Puerto de las Nieves. Estos dos cercados estaban plantados de cañas y regados por dos acequias, las “acequias viejas”, que nacían cerca del lugarejo de Agaete y bajaban por ambos lados del barranco y, además de regar y mover la rueda del molino, servían de linderos para cada cercado. Encima del cercado nuevo, al otro lado de la acequia de la banda izquierda del barranco, la más próxima a Gáldar, se encontraba otro cercado de secano, al que se llamó “de Las Palmas”, por el palmeral existente en aquel lugar. Este cercado no se utilizó al comienzo de la explotación de la hacienda. Al otro lado del barranco, encima del “cercado viejo”, y al otro lado de la acequia, existía otro cercado también de secano donde se sembraron cereales, principalmente cebada.
Así lo describe el escribano Bartolomé Sánchez, actuando como testigo en el Proceso de Granada:
".. e porque sabe las dichas tierras e le vio tener al dicho Alonso de Lugo puesto de cañas un çercado grande que dizen el Çercado Viejo, e otro que dizen el Çercado Nuevo, que está de la vanda del arroyo hazia la parte de Galdar, e otros dos por poner, uno que dizen el de Las Palmas e otro que está ençima del dicho Çercado Viejo, donde está al presente el yngenio que hizo el dicho Françisco Palomar. E que en los dichos çercados ay higueras, e que le paresçe a este testigo que en los dichos quatro çercados avria las dichas çient hanegas de tierra, poco mas o menos…".
En este cercado superior, que llegaba barranco arriba más alto que el poblado de Agaete, que quedaba enfrente, al otro lado del arroyo, fue donde se levantó el segundo ingenio por Francisco Palomar años después y cuyos restos han sido descubiertos recientemente» (GAMBÍN GARCÍA, El origen de la caña de azúcar en Canarias: Alonso de Lugo y el primer ingenio de Agaete (1486-1494), 2008).
Vista del barrio y de los riscos de Tamadaba (rosagrananaria.blogspot-com)
Pero no sólo es este largo e histórico pleito sobre la propiedad del agua de los heredamientos de Agaete y de la acequia que discurría por la banda de enfrente lo que ha marcado las distintas perspectivas del lugar, pues a ello se une la geología, dado que la Vecindad de Enfrente es el punto geográfico de referencia documental que marca el otro lado de la falla geológica de la isla, donde se inicia el territorio más antiguo de la isla geológicamente, tal como nos lo describe el recordado profesor:

«… hemos indicado la existencia de una línea irregular que cruza la isla desde Agaete hasta los alrededores de la Montaña de Arinaga de forma que la superficie insular queda dividida en dos partes casi iguales, la mitad nordeste con suelo rejuvenecido por lavas y cenizas de erupciones modernas y la mitad sudoeste con superficie mucho más antigua y donde los productos de las erupciones cuaternarias, apenas llegaron.

En rasgos generales podemos sentar que la mitad nordeste es del dominio de las rocas básicas, basaltos y fonolitas y la otra mitad del dominio de las ácidas, riolitas y traquitas pero, en todo caso, en ambas zonas hay abundante representación de unas y otras rocas que suelen ser de edades muy diferentes.

[…] En el sector de Agaete aparece el macizo de Tamadaba. Es indudable que la pared de aquel bloque montañoso es el plano de falla. Las rocas de uno y otro lado son completamente diferentes, salvo pequeños restos que se pueden ver en la ladera derecha. El cauce del barranco, de corta longitud, es sin embargo muy profundo a lo largo de la fractura tectónica. La falla en sí no es visible pues está cubierta por coladas mucho más recientes y sobre todo, en la parte media superior, por poderosos bancos de brecha del tipo de Roque Nublo, alternando estratificaciones horizontales de sedimentos de más de 100 metros de espesor» (BRAVO EXPÓSITO, 1964, pp. 155 y 161).

Además de la explicación en un lenguaje no tan técnico del profesor Bravo, hemos de destacar la Hoja y Memoria del Mapa Geológico de España (INSTITUTO TECNOLÓGICO GEOMINERO DE ESPAÑA, 1990, Madrid), que se corresponde con la Hoja núm. 82-83 del Servicio Geográfico del Ejército, referida a Agaete, Aldea de San Nicolás y Teror, que para más honra de esta población lleva el título de Vecindad de Enfrente.

En su página 34 nos describe la importancia geológica del Roque Bermejo en cuya ladera se asienta esta población, al considerar esta zona el punto de inicio del territorio más antiguo de la isla en su poniente.

«2.5.3 Edificio Roque Bermejo. Es un pequeño cono de tetra situado a 1 km. al SO. de Vecindad de Enfrente, en la ladera N. del Pinar de Tamadaba , dando vista al valle de Agaete. Ha surgido sobre la formación basáltica I prácticamente en el límite del perímetro de la Caldera de Tejeda.

El cono está a 640 m. de cota, y tiene unas dimensiones aproximadas de 250 m. de largo por 100-200 m. der ancho. Está compuesto por unos depósitos de lapilli semicompactado de tamaño inferior a 1 cm., con ligera estratificación en capas finas alterantes (de unos 8 cms. De potencia) de lapilli más fino y cenizas. Los buzamientos de estas capas son variables siendo difícil la reconstrucción geométrica del edificio. También su bajo grado de conservación contribuye a no poder reconstruirlo bien. Estos materiales están ligeramente alterados a colores marronáceos y debido a la inclinación de la ladera se encuentran dispersos hacia el valle; cubriendo una extensión algo mayor que la del centro en sí.

Aunque actualmente está bastante erosionado, se observan pequeños retazos de coladas basaníticas que discurrieron hacia el valle y por efecto de la erosión han quedado prácticamente reducidas a la nada. Además se encuentran parcialmente recubiertas por los lapillis del cono y por los depósitos de ladera.

Algunas de las coladas existentes al oeste del edificio, tuvieron que tener su origen en algún otro centro de emisión situado en las laderas de Tamadaba, pero por el efecto de la erosión habida entonces están hoy desaparecidos. A decir verdad, se detectan posibles restos de piroclastos pertenecientes a antiguos conos en las partes altas.

Según todo ello, y teniendo en cuenta la disposición de dichos centros, próxima a la falla de la caldera, se puede sugerir la posibilidad de que su localización (incluyendo la del Roque Bermejo) haya estado condicionada por sucesivas reactivaciones de la falla, aunque es un extremo de difícil comprobación».

Llama la atención del estudio que por la antigüedad de su formación geológica y la erosión con el paso de veintitrés millones de años del mioceno señala como una de las pocas posibles formas volcánicas el Roque Bermejo.

«La edad miocena de las formaciones que ocupan la mayor parte de la Hoja implica la no existencia de formas volcánicas a pequeña escala, no siendo posible más que en dos casos (Roque Bermejo, El Roque) asociar las formas del relieve con formas volcánicas».
  
Campesinos de Agaete (detalle fotográfico Alejandro S Witcomb 1891 - Fedac)
Dejamos a un lado los pleitos por las aguas, la acequia nueva y la de enfrente, las huellas de ese volcán apagado hace millones de años, donde en la prehistoria de la isla los antiguos canarios horadaron sus cuevas que llamaron en su lengua algo parecido a como hoy conocemos la Montaña de Berbique, vigía del territorio redondo de Guayedra reclamado y entregado a Fernando de Guanarteme, donde siglos después se construyó una era en el lugar más idóneo para aventar la cebada cultivada en el Llano del Berbique, allí por donde pasa el Camino Real a Tamadaba, parte del camino de los Rameros recorrido dos veces al año, para la celebración de la Rama de Agaete y la del Valle, camino que se inicia precisamente en la Vecindad de Enfrente.

Y dejamos atrás estas historias de siglos, porque hay otras tristes historias más próximas que siguen siendo recordadas por los lugareños, porque aun hoy es muy difícil entenderlas y superarlas, las que tuvieron lugar con la rebelión franquista. Muy probable que fueran castigos tardíos por viejas reivindicaciones populares, encadenadas con las otras mucho más antiguas de aguas y también de tierras, sobre usurpaciones de tierras públicas, de alguna forma legalizadas por la Audiencia al precio del pago de un canon o renta inalcanzable para los que trabajaban la tierra.

«Porque en 1837 los vecinos de Agaete y en concreto su ayuntamiento sigue disputando "los egidos públicos de aquella jurisdicción contra doña Luisa del Castillo, vecina de la Ciudad de Las Palmas, que ha pretendido usurpárselos, suponiendo corresponder a una herencia colindante de su pertenencia"» (SUÁREZ GRIMÓN, 1987, p. 283).

Y cuando se inicia el gobierno liberal de Alfonso XIII, que empieza a temerse la llegada de la República, como se dudaba de la seguridad jurídica de muchos repartos de tierras de realengos, ejidos, y datas reales a beneficencia (Hospital San Lázaro), bien fueran “los terrasgos del Lomo del Turmal, Cuebas Blancas y Caleras para sortearlas entre dichos vecinos”, “las 703 fanegas para romper y cultivar en las faldas del Pinar de Tamadaba”, o las usurpaciones en El Valle, Lomo del Manco, Ladera del Roque Bermejo y Hoya del Pedregal, lo importante era la desaparición de todas las pistas administrativas con el fuego exterminador del incendio de los archivos municipales de 22 de septiembre de 1910:

«Sobre el reparto de las tierras de Agaete no contamos con suficientes datos ya que en los protocolos notariales no se registra la venta de suertes que tengan este origen y el expediente de reparto, si se formó, debió desaparecer en el incendio del Archivo Municipal de Agaete» (IBÍDEM, p. 351).

En abril de 1931, ya en el escenario de la II República, Vecindad de Enfrente estaba formada por alguna que otra cueva habilitada como vivienda, y en el mejor de los casos, unas pocas casas de planta baja.

«Este barrio se caracterizó por la pobreza de sus habitantes, los cuales se dedicaban mayoritariamente a trabajar en el sector primario. Según los testimonios, los dueños y amos de las fincas vivían en la zona de San Pedro junto a la ermita. […] Los grandes propietarios de tierras y aguas siguieron conservando sus bases económicas. En esa época el paro en la clase obrera era muy preocupante y los salarios ínfimos. Y por si fuera poco las tierras cultivadas en el Valle por los pequeños agricultores no recibían el agua de la zona del Sao (Agaete), porque los aguatenientes la vendían a otros municipios. Cada vez las diferencias sociales eran más destacables; ricos ricos, pobres pobres. […] El paro en la clase obrera era alarmante, la mayoría subsistía gracias a la venta de pinocha, leña y carbón» (GIL PÉREZ, 2013).

Niños de Agaete, mujeres y hombres en 1937 (detalle fotográfico Alejandro S Witcomb 1891 - Fedac)
Eran jornaleros, sin derechos a jornal fijo y sin protecciones sociales por la inexistencia de mutualidades laborales, dependientes del interés del patrón, trabajando de sol a sol, llevando de la mano a sus hijos menores para ayudar en la faena, por una mísera peonada, que de alguna forma establecieron su hogar alineados al camino de tierra, en la banda sur del barranco de Agaete, allá enfrente, donde constituyeron poco a poco un pago que era conocido como la Vecindad de Enfrente.

En el año 1936 los acontecimientos se precipitan. En febrero el Frente Popular gana las elecciones en Agaete, y al igual que en muchos municipios de España, el día de san José, una gestora de izquierdas asume el gobierno municipal. No habían pasado tres meses, el 18 de julio se desencadena el golpe militar del general Franco, quien el día anterior había salido de la isla en dirección a Marruecos para interrumpir la legalidad vigente en España.

Desparecidos 4-abr-37 (javiergilpérez.blogspot-com)
En poco tiempo se inician las movilizaciones obligadas de civiles, y en el casco de Agaete noventa significados izquierdistas, son llevados supuestamente al frente bélico peninsular, después de ser encarcelados y torturados, perdiéndose todo rastro de ellos.

Se habla en silencio, con recelos de no ser oído, se cierran las puertas por la noche, las noticias que se van teniendo mantienen en vilo a los jornaleros, nadie se siente seguro. Pasan meses de penalidades, de falsas alarmas y cuando llega la noche del domingo 4 de abril de 1937, día de guardar para los creyentes, algunos de Arucas que presumen de creyentes y de llamarse asimismo falangistas, porque están llenos de odio y violencia, mandados por otros más listos que siempre quedan a buen recaudo, invitados o no por sus anfitriones iguales como ellos de Agaete, realizan la más sanguinaria “saca” nocturna en la Vecindad de Enfrente, llevándose a 22 trabajadores, y de vuelta abajo del Valle, a otros 8 del casco. Padres, hijos y hermanos desaparecen para ser arrojados en algún pozo, como el del barranco de Martorell, en Sardina de Gáldar, o en la Sima de Jinamar.

Aquellos falangistas llegados de Arucas, no es de extrañar que en la mañana de aquel domingo fueran a misa a la parroquia de san Juan Bautista, y tampoco lo sería que comulgaran, porque para ellos, lo que hacían, lo era ¡Por Dios y por España! Porque ese era su salvoconducto para garantizarse la santificación, si la había. Pero además lo hacían porque les divertía la violencia, y así fueron a Guía, pero no pudieron, y también a la Aldea, pero en el Andén Verde tuvieron que darse la vuelta porque no les dejaron llegar.

Ya lo habían practicado de forma sistemática en Arucas. Conocían que algún “rojo” había sido liberado por los militares en el Lazareto de Gando, por no existir causa contra él, pero ya le estaban esperando y esa misma noche iban a por él, y a por otros. Y hacían su tradicional aquelarre en el pozo de don Paulino, donde ahora llaman el Llano de las Brujas, porque los vecinos no querían que se olvidaran estos crímenes.

Del libro Silencios Rotos, elaboración propia
Las conocidas como Brigadas del Amanecer, lo intentaron también en Montaña Cardones, pero allí sí se tropezaron con un cura grande que les impedía que se metieran con su rebaño. Aquel que creó la bella consigna “Gente de paz”, para que una puerta se abriera en la noche cuando avisaban con urgencia de alguna saca traicionera e inesperada. Después volvieron a acordarse de la Vecindad de Enfrente y de otros muchos sitios de la isla, pero ya el Obispo Pildain enterado por el “portugués” de Arucas de lo que estaba sucediendo, los debió amenazar con la excomunión, pues frenaron en sus intentos. Desgraciadamente ya habían dejado escrita la negra y triste historia de asesinatos a diestro y siniestro, con muchos pozos ocultando sus crímenes.

Fue así como inscribieron su record de desaparecidos por habitantes, donde la estadística del municipio de Arucas superaba a todos los municipios de la isla, salvo el del municipio de Agaete, porque aquí, en la Vecindad de Enfrente, también fueron ellos sus autores. Pocos días pasaron y ya los buenos vecinos conocían el lugar de otra forma.

«En el barrio llamado durante mucho tiempo “El Barrio de Las Viudas”, ni siquiera los opresores dejaban que el médico visitara a los enfermos y tampoco que se relacionaran socialmente, e incluso no se casaban entre ambos bandos. Allí quedaron madres, hijos, hermanos, sobrinos que lloraron y lloran toda su vida a sus familiares desaparecidos. Las madres acuciadas por la necesidad tuvieron que trabajar muy duro en el Pinar de Tamadaba, otras servir en las casa de los opresores o pedir limosnas en las mismas. Poca escuela tuvieron los niños de esas madres, desde edad temprana tuvieron que trabajar como burros» (IBÍDEM).

Hoy la Vecindad de Enfrente ha crecido como barrio populoso, nuevas edificaciones de planta alta, unas cortas calles asfaltadas, se confundiría con San Pedro si el puente sobre el barranco de Agaete no marcara los linderos de una y otra vecindad. Se han superado aquellas amarguras, pero en el corazón de muchos se mantiene vivo el recuerdo de aquellos que fueron metidos en camionetas una noche y de los que nunca más se supo.

Puente entre San Pedro y la Vecindad de Enfrente Google Earth)
Son nuevas generaciones de vecinos, muchos de los cuales no conocen de esta historia ya menos reciente, y a los que de aquellos tiempos supieron, si por fortuna viven y se les pregunta, por sus mejillas descienden más de veinte lágrimas.

«Pese a que entre las tierras de Guayedra y del Heredamiento de Agaete no se encontraran las que el Cabildo vendió en 1686, se evidencia la tendencia de los grandes propietarios, por lo general avecindados en la Ciudad, a poseer tierras junto a los realengos, buscando no sólo el aprovechamiento de sus pastos sino también la usurpación clandestina de las mismas» (SUÁREZ GRIMÓN, La hacienda de Guayedra y el Heredamiento de Agaete ante la ocupación de realengos, 1983, p. 107).

Concurre en la Vecindad de Enfrente de una parte, la falla geológica, distinta de aquellas otras de la Tierra con actividad sísmica. La insular, donde en la banda Norte del barranco comienza la más reciente ISLA NUEVA, donde se dieron los últimos volcanes: Rosiana, Bandama, Tafira, Arucas, Cardones, La Isleta. Y en la banda Sur, aquí enfrente, donde comienza la ISLA VIEJA, que emergió hace unos unos veinticinco millones de años, donde la erosión ha acentuado grandes escarpes, farallones y mega-acantilados junto al mar, que proyectan las calmas eólicas sobre el mar de poniente, transitada por estrechos y altos andenes, la que los conquistadores llamaron “la parte de atrás de la isla”.

Panorámica (perenquen.blogspot-com)
Y también, para desgracia propia, la falla humana, de los llamados falangistas y franquistas que imponían la esclavitud de las ideas, que ensayaron la eugenesia para el perfeccionamiento de la raza hispana aprendida de los nazis, los defensores de los derechos torcidos.

Violaron de forma continuada el derecho a la vida, a la integridad física y moral con torturas y tratos inhumanos o degradantes. Pisotearon el derecho a la vivienda y al trabajo digno, a la educación, a la propiedad de la tierra y el agua, a la asistencia y protección. Gentes que no consentían la libertad de pensamiento, reunión, asociación y representación. El animal más inteligente, había vuelto a su condición de animal sin paliativos. Como violenta y ardiente lava que se extendió sembrando destrucción y dolor. Que no se repita nunca.

Localización (IDE Gran Canaria)