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domingo, 12 de agosto de 2012

POZO IZQUIERDO (SANTA LUCÍA DE TIRAJANA)

Esta amplia bahía abierta donde se asienta un pago,  se sitúa entre la septentrional Punta Gaviota y la meridional Punta del Corral junto a la Punta de Tenefé. No se tiene información del origen del topónimo que debe tener relación con un pozo de aguas.
Vista (javierbranas)
Aunque solo por aproximación, se documenta una mención de un pozo el 11 de mayo de 1537, cuando Francisco Perez Calvillo solicta tierras para salinas al Consejo General solicitando: «...que entre Aldea Blanca e Poso Lentisco que es en el termino  y comarca de aquella banda de Aguimes esta un sitio e lugar comarcano aq la mar lo qual esta ynutil e desaprovechado a yermo como cosa alongada de poblado en que nadie ha fecho ni yntentado aprovechamiento e porque yo para mi vivienda e provechamiento querria alli tener y edificar salinas y hazer sal por ser lugar aparejado e lo hedificare a mi costa...», concediéndoselo condicionado a que lo haga el plazo de dos años.

No existe en la cartografía actual ningún topónimo así referido como "lentisco" en estos lugares y en el tramo de costa señalado, donde se construyeron muchas salinas, la única tierra alongada hacia el mar pudiera ser la Punta Gaviota.

En la cartografía antigua muchas incluyen el topónimo aunque resulta dificil su localización que no es coincidente. Es más clara su inclusión del Pozo del Lentisco en la cartografía realizada por Manuel Pérez Rodríguez para las Escuelas en 1896, no apareciendo Pozo Izquierdo.

Detalle cartografía de 1896 (Juan Tous)
Sorprende esta contradicción de que a finales del siglo XIX se incluya en la cartografía el Pozo de Lentiscos aproximadamente en este lugar, y no aparezca el topónimo de Pozo Izquierdo que si figura en los protocolos anteriores a la misma, lo que puediera inferir que el cartógrafo se basara en la información de campo trasmitida oralmente por los vecinos, mientras que la documental seguía la descripción dada en las escrituras, que es la utilizada con posterioridad por el Instituto de Geografia Nacional por la información catastral.

Lo que si queda claro en la cartografía es que el Pozo de Lentisco está situado a la izquierda del barranco de Balos, antiguamente del Lentisco.
Maquinaria de pozo (Fedac)
Las noticias documentales históricas del Pozo Izquierdo se remontan a 1645, relativas a tierras de realengo usurpadas u ocupadas ilegalmente; son un total de treinta y siete fanegas que fueron abandonadas por los poseedores y que el Cabildo General vuelve a vender en 1666 al Capitán Juan Alonso Romero, a Juan Flores y al Licenciado Miguel Lozano.

La mención que se hace del derecho a aguas de la Acequia de Pozo Izquierdo y el propio nombre del pago hacen suponer que deriva de un pozo o mina de aguas allí existente.
Balsa (Fedac)
También es mencionado el lugar en el pleito por las tierras adjudicadas por el Cabildo General en 1707, que dieron lugar al histórico «motín de Agüimes».

Concretamente en las diligencias ante la Real Audiencia sobre licencia de los vecinos de Agüimes para sembrar tierras en el año 1719, se incluyen setecientas siete fanegas y cuatro celemines y medio de tierras montuosas en Pozo Izquierdo «… con todas sus aguas, montes, dehessas, pastos, prados, hegidos y abrevaderos, fuentes, corrientes y manentes…», descripción que fundamenta la riqueza hídrica del lugar.
La fuerza de Eolo (Federación Insular de Vela de Gran Canaria)
En la actualidad es muy conocido por la práctica del windsurf y, por sus condiciones de viento, se ha catapultado como circuito para la celebración de campeonatos mundiales de este deporte. El poderoso viento es también aprovechado para los generadores eólicos de electricidad que dominan el paisaje.

Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)



lunes, 16 de abril de 2012

BESUDO, PUNTA DE MORRO (SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA)

Pasada la zona acantilada que hay en la costa de San Bartolomé de Tirajana, después de la playa de San Agustín en dirección Norte, se encuentra la playa de Morro Besudo, de ciento setenta metros de largo y treinta y cinco de ancho medio.


El Besudo en 1965 (Nieves Sánchez Montero Fedac)
Es una playa muy frecuentada para las dimensiones que tiene y muy apreciada por los pescadores de caña. De fina arena negra, soporta un oleaje moderado.Para acceder a ella hay que bajar por un paseo de escalinatas desde el acantilado formado por el Morro.
Detalle ampliado fotografía anterior
Algunas fuentes sugieren que este morro toma su nombre de la forma que dibuja a la altura del nivel del mar, sugiriendo una boca con dos grandes labios, si se contempla a cierta distancia la parte donde interrumpe la pequeña playa y baten las olas.

Así se aprecia en el detalle de las fotos antiguas, pues las más actuales han quedado algo desvirtuadas por el impacto antrópico. En sentido figurado, en el habla canaria, al labio se lo llama «beso». La RAE dice «Bezudo (de bezo).- Dicho de una persona: De labios gruesos y pronunciados».

Otras fuentes de forma algo idílica sugieren que el nombre le viene que al ser contemplado desde el aire y en toda su extensión, se dibuja la forma de un labio por las dos pequeñas cuencas o cañadas a ambos lados del mismo: la del barranco del Agua y la de su propio nombre. Se comprenderá que parece obedecer más a la contemplación de un piloto deportivo del Aeroclub, que a la propia realidad.
Otra vista del morro (rosagrancan-blogspot)
Dado que hay referencias históricas del topónimo anteriores al siglo XX, parece más apropiada la primera de las hipótesis, ya que la cartografía aérea es posterior y que su aspecto en siglos anteriores, cuando el morro carecía de toda construcción, acentuaba aún más su forma identificativa.
Vista aérea (Fotos Antiguas de Canarias)
Entre la Punta de Tarajalillo al Noreste y la Punta de Morro Besudo al Suroeste, que algunas fuentes también llaman Besugo entendida como corrupción, se forma una bahía con las playas de Tarajalillo, del Águila y Morro Besugo, solo citadas por Antonio Riviere en Descripción Geográfica de las Islas Canarias (1740-1743), quien resalta el buen fondo y la presencia de agua en Tarajalillo, junto a las posibilidades de fondeo en las Playas de Morro Besugo y Pozo Lentisco, esta última posiblemente el actual Pozo Izquierdo.

Localización (Espacios Naturales Gran Canaria)

viernes, 25 de mayo de 2012

DRAGUILLO, BARRANCO DEL (INGENIO Y TELDE)

Actualización: 10-jul-2016
Con este topónimo que hace alusión a un pequeño drago, se conoce al barranco que conforma la frontera administrativa entre los municipios de Telde e Ingenio, atravesando el territorio de los Volcanes de Rosiana, donde se localiza un yacimiento arqueológico conocido con el mismo nombre, también llamado Cuevas de Juan Tello, por encontrarse situadas en las rampas sudestes de la montaña homónima junto al cauce del barranco.
 
Vista del barranco (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
El barranco tiene sus nacientes en Las Nareas a 850 msnm., si bien su tributario el Barranco de la Morisca penetra más hacia el centro de la isla y nace en Los Majaletes a 1.200 msnm., discurriendo en dirección Este para desaguar junto al Caserío Playa Ojos de Garza, en El Callao.

Su cauce medio, a partir de La Pasadilla es el territorio protegido del Monumento Natural del Barranco del Draguillo (C-33 Decreto 18/2003, de 10 de febrero, Gobierno de Canarias), que conforma una definida unidad geomorfológica con «conos volcánicos alineados, paredes escarpadas y procesos erosivos evidentes que han ido encajonando el barranco con el paso del tiempo. En sus laderas se refugian muestras de ecosistemas naturales y flora autóctona, con abundantes endemismos canarios y macaronésicos».

Vegetación del barranco (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
Conforma un paisaje de gran belleza, con una vegetación actual formada en su mayor parte por matorral de sustitución dominado por tabaiba amarga, vinagrera, tajinaste blanco, verode y aulaga, además de acebuchal y palmeral en la cabecera. A ello habría de añadirse un conjunto arqueológico de silos además delas ya mencionadas Cuevas de Juan Tello, con usos prehistóricos de cuevas de habitación y unas treinta de enterramiento que proporcionaron un gran número de restos humanos, en estrecha relación con el agrupamiento aborigen del Barranco de Guayadeque que se encuentra al Sur.

El territorio del Monumento Natural (IDE Canarias)
Aunque se tienen noticias de la presencia de un drago cercano al Pozo del Draguillo, es sabido que la situación de esta especie es crítica, en peligro de extinción, y se localizan todos ellos en el cuadrante suroccidental de la isla, donde se han contabilizado 76 dragos y los restos secos de otros diez,  con lo que el número de registros asciende a 86 en total, y referencias de pastores de una veintena más.

Del total de plantas vivas 63 son juveniles, 12 corresponden a individuos adultos y tan sólo se contabiliza 1 drago viejo, viviendo en riscos totalmente inaccesibles, y todos crecen en grietas y fisuras de riscos, prueba evidente de la situación de refugio en que se encuentra a causa de la fuerte presión antropozoógena (MARRERO RODRÍGUEZ, ALMEIDA PÉREZ et GONZÁLEZ MARTÍN, 2003).

Vista de los escarpes del barranco (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
De la historia de la Conquista de la isla, , es sabido que el cauce del Barranco del Draguillo era parte de la raya septentrional del Señorío de Agüimes dependiente del Cabildo Catedralicio del Obispado de Canarias con el término de Telde dependiente de la Real Ciudad de Las Palmas, de la que se tienen escasas noticias. En concreto por un pleito de 1782 en el que  demanda

«Los rematadores de Agüimes se negaron a dar parte de estos frutos de los pastores del señorío que alimentaban sus ganados en Pozo Izquierdo, Sardina, Juan Grande, Aldea Blanca, Maspalomas, Charquillos, Montaña de Santa Agueda, Ganados de Suárez y el Cortijo de Gando.

Vista del barranco (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
Los litigantes de Agüimes, Andrés González, Juan Ortega y Agustín Marrero, confiesan que los dichos nueve pagos o barrios son de Las Palmas de Gran Canaria [sic] y de Telde: Vamos de acuerdo los litigantes en que todos los nueve Barrios están situados dentro de los márgenes de los beneficios de la Ciudad y Telde, a excepción del denominado Charquillos, que lo divide la raya, correspondiente la mitad de él al territorio de Agüimes y la otra mitad al de Telde» (CAZORLA LEÓN, 1984, p. 64).

La referencia al lugar de “Charquillos” nos ubica la “raya” en su punto más septentrional, en el Barranquillo del Charquillo al norte del Lomo del Conde, muy cerca de Las Breñas de Abajo, de tal manera que situarían al lugar de los Cercados de Juan Tello, donde tienes sus nacientes el Barranco del Draguillo, bajo la jurisdicción del Señoría de Agüimes, en una latitud igual que la también mencionada Montaña de Santa Agueda, en la actualidad de Águeda, muy próxima al Barranquillo de Martín Mayor, de donde podría ponerse en duda la jurisdicción a que correspondía.

Cuevas de Juan Tello (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
Son conocidos los numerosos pleitos habidos entre el Concejo y el Obispado por los mojones que marcaban la “raya” por las medianías, pero sí parece acreditado que en los lugares más próximos a la costa, se tienen noticias que despejan dudas en cuanto a la localización de la repetida “raya”, por un documento de 6 de abril de 1778 firmado por José de Medina Raymond, transcrito por Pedro Cullen del Castillo mencionado en su artículo “La Torre de Gando”, El Eco de Canarias, 13 de febrero de 1980, citado por nuestra fuente bibliográfica:

«Cuatro leguas distantes de la Ciudad en el puerto de Gando, jurisdicción de Agüimes en la rivera de aquel mar, está situada la Torre de Gando, cuya torre vemos existente en la margen izquierda del barranco de Aguatona, que es la continuación del barranco del Charquillo.» (IBÍDEM, pp. 64-65).

Detalle de una cueva (grantamaran-blogspot)
Fácil es observar que el inventariado como Barranco del Charquillo, no es tributario del Barranco de Aguatona. Sí es tributario del Barranco de los Pedacillos, que se encauza en el Barranco del Tundidor que lleva sus aguas hasta el Barranco Real de Telde, que desagua junto a La Restinga. El Barranco de Aguatona sí es tributario del Barranco del Draguillo, por su banda meridional, que discurre por la antigua jurisdicción del Señorío, y nace de la junta del Barranco del Cabuco y del Barranco Madrelagua, teniendo los nacientes más elevados el primero en Los Palomos, junto al Llano del Deán.

Ha de considerarse que confundió las cuencas don Pedro Cullen, por la propia confusión histórica de no conocerse donde estaba la muy repetida “raya” en las medianías de los 750 msnm. las referencias conocidas se encuentran en dos distintas cuencas geográficas, en contraposición con los hábitos de la antigüedad.

Silos (grantamaran-blogspot)
El topónimo es mencionado en los repartimientos del siglo XVI, concretamente cuando Martín de Mireles solicita una data al cabildo el 17 de septiembre de 1548 por la que pide: «... un pedaço de tierras de sequero que es en el barranco que dizen del draguillo en que puede aver ocho fanegas de sembradura poco mas o menos montuosas para las aprobechar y sembrar que an por linderos por la frontera de arriba tierras de la Vega Castaña de los herederos de Perucho de Fuenterrabia y por la parte de abaxo el barranco del draguillo ...»  (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, pp. 393-394).

Cuevas funerarias (grantamaran-blogspot)
El yacimiento es un conjunto de numerosas cuevas naturales y artificiales donde se pueden contemplar grabados, silos, cuevas funerarias, cuevas-vivienda y restos de paredones.  Se valora como un conjunto arqueológico de gran interés conformado por un poblado en el que, la mayor parte de las cavidades artificiales han sido utilizadas como “graneros fortificados”.

Una veintena de silos conforman el primer grupo de cuevas, que se encuentra comunicado con otro granero por un pasillo de unos cuatro metros de longitud. Cerca de este conjunto se aprecian grabados rupestres con figuraciones antropomorfas y geométricas.


Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

viernes, 15 de julio de 2016

MARTÍN MAYOR, BARRANQUILLO (TELDE)

El Barranquillo Martín Mayor, tributario del Barranco del Draguillo por la banda septentrional, nace en las vertientes nacientes de la pequeña Montaña de las Triguerillas a 669,7 msnm. Siguiendo su cauce aguas abajo en dirección Este para girar en dirección Sur y discurrir rodeando por poniente las vertientes de la Montaña de La Majada a 486,8 msnm., junto a las lomadas de El Gamonal que le separan del Barranquillo de Juan Tello que discurre paralelo, y se une al cauce del Barranco del Draguillo a 275 msnm. en Las Puntillas, muy cerca de los Llanos de Los Guirres.

Barranco del Draguillo, principal del Barranquillo Martín Mayor (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
Su cauce inferior en parte está dentro del territorio del Monumento Natural del Barranco del Draguillo (C-33 Decreto 18/2003, de 10 de febrero, Gobierno de Canarias), que conforma una definida unidad geomorfológica con «conos volcánicos alineados, paredes escarpadas y procesos erosivos evidentes que han ido encajonando el barranco con el paso del tiempo. En sus laderas se refugian muestras de ecosistemas naturales y flora autóctona, con abundantes endemismos canarios y macaronésicos».

Conforma un paisaje de gran belleza, con una vegetación actual formada en su mayor parte por matorral de sustitución dominado por tabaiba amarga, vinagrera, tajinaste blanco, verode y aulaga, además de acebuchal y palmeral en la cabecera. A ello habría de añadirse los vestigios arqueológicos conocidas como Cuevas de Juan Tello, por encontrarse en la falda de dicha montaña, con usos prehistóricos de cuevas de habitación y unas treinta de enterramiento que proporcionaron un gran número de restos humanos.

En un paraje de esta singular belleza, no sorprende que la memoria colectiva de los lugareños lo reconociera con muchos topónimos alusivos al medio natural, unos por las geoformas en las escarpadas paredes como Las Puntillas, otros por la avifauna que encontró en dicho hábitat, como los son la Montaña de las Triguerillas y el Llano de los Guirres. La primera entendemos que ser debe al ‘triguero’ (Miliaria calandra) asiduo visitante de las islas al que aquí dimos ese nombre, «triguero. 1. m. Pájaro granívoro de color pardo, con motas más oscuras formando listas en el dorso y en el pecho. Abunda en las zonas donde se cultivan cereales y en terrenos incultos y baldíos. Nidifica en el suelo». (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010, 'Triguero').

Si bien el género femenino sea producto de la corrupción en los siglos, no debe sorprender el uso del diminutivo, pues es sabido que le distingue de su especie por ser de menor tamaño «En las islas orientales y zonas bajas de las occidentales, los individuos tendrían menor tamaño y el color más claro, siendo de comportamiento migrador. También se habla de la posibilidad de que hubiera una marcada variedad en la coloración de los plumajes y en la talla de estos pájaros en Canarias» (SÁNCHEZ NEGRÍN, 2002, p. 198).

Y el segundo, el Llano de los Guirres, aunque algo lejos de hábitat en la franja costera, no debe obviarse que estamos en un barranco que en la antigüedad pudo tener un importante caudal de aguas, además de algún que otro pilancón, como los que aún quedan visibles y la existencia de aguas subválveas que alumbran en los distintos pozos existentes, y si además hemos de presumir de la notable presencia de lagartos que le proporcionan buena parte de su dieta.

En el lugar debió abundar ese ave prototipo de lo “flaco”, muy desaparecida aquí como en muchos otros lugares de la isla, que aquí llamamos «guirre. 1. m. (Neophron percnopterus majorensis) Ave rapaz de un metro y medio de envergadura, con el pecho y el vientre blancos, la espalda manchada de negro, blanco y castaño, y las alas con las guías de color negruzco. Nidifica en riscos y acantilados, y se alimenta de carroña, insectos, lagartos e, incluso, caracoles.» (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010, 'guirre').

El barranquillo en espacio el Monumento Natural protegido (IDE Canarias)
Pero en el paisaje protegido por su flora, algunas prestaron su topónimo como es el principal del Barranco del Draguillo, que por la utilización del diminutivo no creemos se deba al conocido ‘drago” (Dracaena draco), más bien al singular “drago de Gran Canaria” (Dracaena tamaranae), de menor por su sensibilidad a los factores de riesgos y las condiciones del territorio.

Aunque se tienen noticias de la presencia de un drago cercano al Pozo del Draguillo, es sabido que la situación de esta especie es crítica, en peligro de extinción, y se localizaban todos ellos en el cuadrante suroccidental de la isla, donde se han contabilizado 76 dragos y los restos secos de otros diez, con lo que el número de registros asciende a 86 en total, y referencias de pastores de una veintena más. Del total de plantas vivas 63 son juveniles, 12 corresponden a individuos adultos y tan sólo se contabiliza 1 drago viejo, viviendo en riscos totalmente inaccesibles, y todos crecen en grietas y fisuras de riscos, prueba evidente de la situación de refugio en que se encuentra a causa de la fuerte presión antropozoógena (MARRERO RODRÍGUEZ, ALMEIDA PÉREZ et GONZÁLEZ MARTÍN, 2003).

También encontramos cerca del cauce de nuestro barranquillo el topónimo El Gamonal, que obedece a la presencia en el lugar de la especie llamada vulgarmente gamón o gamona (Asphodelus ramosus), muy presente en muchos lugares de la isla y conocido desde los tiempos de los primeros repartimientos de tierras a los conquistadores y colonos-pobladores, referencia muy mencionada en la descripción de las datas solicitadas (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 612), que hemos desarrollado con mayor amplitud en la entrada a este blog de El Gamonal.

Entrando en la historia de Gran Canaria, es sabido que el cauce del Barranco del Draguillo era parte de la raya septentrional del Señorío de Agüimes dependiente del Cabildo Catedralicio del Obispado de Canarias con el término de Telde dependiente de la Real Ciudad de Las Palmas, de la que se tienen escasas noticias. En concreto por un pleito de 1782 en el que  demanda

«Los rematadores de Agüimes se negaron a dar parte de estos frutos de los pastores del señorío que alimentaban sus ganados en Pozo Izquierdo, Sardina, Juan Grande, Aldea Blanca, Maspalomas, Charquillos, Montaña de Santa Agueda, Ganados de Suárez y el Cortijo de Gando.

Los litigantes de Agüimes, Andrés González, Juan Ortega y Agustín Marrero, confiesan que los dichos nueve pagos o barrios son de Las Palmas de Gran Canaria [sic] y de Telde: Vamos de acuerdo los litigantes en que todos los nueve Barrios están situados dentro de los márgenes de los beneficios de la Ciudad y Telde, a excepción del denominado Charquillos, que lo divide la raya, correspondiente la mitad de él al territorio de Agüimes y la otra mitad al de Telde» (CAZORLA LEÓN, 1984, p. 64).

La referencia al lugar de “Charquillos” nos ubica la “raya” en su punto más septentrional, en el Barranquillo del Charquillo al norte del Lomo del Conde, muy cerca de Las Breñas de Abajo, de tal manera que situarían al lugar de los Cercados de Juan Tello, donde tienes sus nacientes el Barranco del Draguillo, bajo la jurisdicción del Señorío de Agüimes, en una latitud igual que la también mencionada Montaña de Santa Agueda, en la actualidad de Águeda, muy próxima al Barranquillo de Martín Mayor, de donde podría ponerse en duda la jurisdicción a que correspondía.

Son conocidos los numerosos pleitos habidos entre el Concejo y el Obispado por los mojones que marcaban la “raya” por las medianías, pero sí parece acreditado que en los lugares más próximos a la costa, se tienen noticias que despejan dudas en cuanto a la localización de la repetida “raya”, por un documento de 6 de abril de 1778 firmado por José de Medina Raymond, transcrito por Pedro Cullen del Castillo mencionado en su artículo “La Torre de Gando”, El Eco de Canarias, 13 de febrero de 1980, citado por nuestra fuente bibliográfica:

«Cuatro leguas distantes de la Ciudad en el puerto de Gando, jurisdicción de Agüimes en la rivera de aquel mar, está situada la Torre de Gando, cuya torre vemos existente en la margen izquierda del barranco de Aguatona, que es la continuación del barranco del Charquillo.» (IBÍDEM, pp. 64-65)

Fácil es observar que el inventariado como Barranco del Charquillo, no es tributario del Barranco de Aguatona. Sí es tributario del Barranco de los Pedacillos, que se encauza en el Barranco del Tundidor que lleva sus aguas hasta el Barranco Real de Telde, que desagua junto a La Restinga. El Barranco de Aguatona sí es tributario del Barranco del Draguillo, por su banda meridional, que discurre por la antigua jurisdicción del Señorío, y nace de la junta del Barranco del Cabuco y del Barranco Madrelagua, teniendo los nacientes más elevados el primero en Los Palomos, junto al Llano del Deán. Ha de considerarse que confundió las cuencas don Pedro Cullen, por la propia confusión histórica de no conocerse donde estaba la muy repetida “raya” en las medianías de los 750 msnm. las referencias conocidas se encuentran en dos distintas cuencas geográficas, en contraposición con los hábitos de la antigüedad.

Es necesario conocer de este escenario histórico, para poder acercarnos a los antiguos aprovechamientos del territorio y a los antropónimos que arraigaron de alguna forma allí. Tenemos muy cerca de nuestro Barranquillo de Martín Mayor, tal como al principio se ha dicho, la Montaña de La Majada, que hemos de interpretar en nuestro léxico «majada 1. f. GC.  Cerca móvil y desmontable formada por lances, que se instala en el campo y que se usa para encerrar el rebaño de ovejas. 2. f. Lz y Fv.  Depresión que se forma en la ladera de una montaña.» (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010, 'majada"), de donde cabe presuponer un entorno de pastos para el ganado en general.

Ortofoto del cauce seco del barranquillo y bancales (IDE Gran Canaria)
Y de los antropónimos, tenemos al poniente la Montaña de Juan Santiago, que entendemos que hace referencia a un vecino de Telde a quien localizamos como testigo de la publicación en la iglesia de san Juan de dos repartimientos a favor de Luys Britol, ambos el 2 de febrero de 1551 (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 525 y 584), solicitando pedazos de tierras en Los Llanos de Xaraquemada. No es por consiguiente Juan de Santiago, hijo de Luis de Santiago casado con Francisca Zambrana. El día anterior en que fueron pregonadas ambas solicitudes en el mismo lugar, comparecía como testigo  Juan Mayor. Sí tenemos acreditado que Luys Bristol es natural de la isla, descendiente de canarios (BETANCOR QUINTANA, 2003, p. 201), que obtenían la titularidad de las tierras por su condición y porque «simplemente ocuparon y habitaron cuevas, para lo cual no se precisaba obtener previamente albalá de repartimiento».

Más cerca tenemos el Barranquillo y la Montaña de Juan Tello, ofreciéndonos pocas dudas correspondieron a la propiedad del regidor Juan Tello, y descartando otros homónimos posteriores como el Licenciado y el mayordomo de San Juan, Juan Tello Casares.

Está documentado que iniciado el segundo cuarto del siglo XVI, en Telde se inició la venta masiva de tierras: por el grupo relevante de la sociedad por no responder a sus intereses económicos; los pequeños y medianos propietarios por el excesivo esfuerzo económico y la quiebra económica por los continuos brotes de peste, sequías o plagas; por ser bienes recibidos en herencia o en dote y así saldar deudas pendientes; y también los "desamparados", huérfanos y viudas incapaces de mantener las tierras en explotación.

«En el apartado de los compradores se encuentran todos los grupos sociales, pero si exceptuamos las adquisiciones, ya mencionadas, de aquellos que adquieren tierras de un familiar o adquisiciones de pequeñas parcelas cuya procedencia es la dote, el resto de los compradores coinciden, generalmente, con el grupo de los grandes propietarios, entre los que podemos distinguir, por un lado, a los conquistadores y sus herederos, por otro, a los que ocupan cargos en la administración y a los que se dedican a la actividad comercial.

[…] Respecto al segundo grupo, podemos mencionar al regidor Juan Tello quien, al margen de otras propiedades que posee en Las Palmas, adquiere en Telde suertes de tierras, tanto de secano como de regadío convirtiéndose en uno de los más importante hacendados del lugar. La importancia de sus propiedades en dicho núcleo facultó el que uno de los barrios tomara su nombre; el "Cercado de Juan Tello» (RIVERO SUÁREZ, 1997, pp. 417-418).

Tenemos también el antropónimo que porta el Barranquillo Martín Mayor, que parece obedecer a uno de los dos homónimos investigados en el estudio genealógico que citamos más abajo, según pueden ser abuelo y nieto. Las razones que normalmente justifican la creación de un topónimo, en el caso que nos ocupa antro-topónimo por referirse a una persona, puede radicar en la propiedad de las tierras o a su estancia o notoriedad en el lugar, en muchos casos estudiados, por su condición de natural de la isla.

Sabemos del primero, el abuelo Martín Mayor, por las confesiones de su nieto homónimo, así como por las investigaciones genealogistas realizadas (GARCÍA TORRES, J.R. et HERNÁNDEZ BAUTISTA, F., 2016), que era morisco, criador y labrador y que su mujer Inés Rodríguez era partera, sospechándose que la abuela pueda ser descendiente de indígenas canarios, y se cita además a los hermanos Luisa Mayor y Juan Mayor, último nombre que ya nos resulta familiar como testigo del pregón de las datas del canario Luys Bristol ya mencionadas.

Está documentado que

«el silencio acerca de su condición de naturales es la norma, y no sólo en los canarios, también en los guanches y gomeros asentados en Gran Canaria. Solamente cruzando la información con la contenida en los archivos notariales y parroquiales hemos podido averiguar su origen. En otros muchos casos la descripción de las tierras que se conceden (majadas, cuevas, asientos de colmenas) y la condición de “criadores” de los beneficiados nos hace sospechar que también fuesen indígenas»  (BETANCOR QUINTANA, 2003, p. 200).

Por la descripción que hemos realizado del territorio en que lo encontramos, en los límites de la jurisdicción de la Ciudad, el Real de Las Palmas, en su frontera jurisdiccional y recaudatoria con el Señorío de Agüimes, es sabido que las datas concedidas por el Cabildo Catedralicio fueron cuestionadas siempre por el Concejo de la isla, obligando en muchos de los casos a que fuera ratificada por este último. También embargaba la duda en cuanto a determinar a qué jurisdicción correspondía el lugar. Conocemos de una data solicitada precisamente muy cerca de este lugar, en el pago de Aguatona prehistórico asentamiento aborigen en la jurisdicción del Señorío, que se eleva ante el Concejo de la isla, y realizada por un llamado Francisco Martín morisco (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 222), que aun siendo del 20 de mayo de 1554, y si bien el proceso contra el nieto Martín Mayor fue en 1606, cincuenta y dos años después, no debemos pasar por alto que uno de los testigos a su favor es Beatriz Domínguez mujer de Francisco Martín, casualmente homónimo de aquel solicitante que podía esconder su condición de natural detrás de la declarada de morisco.  

Y poco más hemos de añadir a la hipótesis de que la abuela Inés Rodríguez fuera natural de la isla, pues son muchas las homónimas en los primeros tiempos de nuestra historia que son descendientes de canarios, de donde pudiera ser un antropónimo recurrente en recuerdo de aquella que compró la libertad de los suyos, aunque fueran de otra isla

«1491 Mayo 1. Sevilla (f. 134). Orden a doña Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán Peraza, para que devuelva a Inés Rodríguez de Medina, vecina que fue de Gran Canaria, el importe de unos gomeros y gomeras que le compró en dicha isla como de buena guerra, dado que le fueron tomados por el obispo de Canaria cuando los llevó a Sevilla, por haberlos declarado libres el Consejo (AZNAR VALLEJO, 1981, p. 61).

Igual decisión debieron tomar muchos naturales de la isla que se vieron siempre empujados por los colonos-pobladores, que además trataban de impedir su integración social, y así resultaban desplazados a los lugares más alejados y de peores condiciones para el cultivo, como estas tierras de secano. Sólo contaban a su favor con la presencia de asentamientos aborígenes que permitía constituir entre ellos un grupo de apoyo mutuo, ofreciéndose recíprocamente para apadrinamientos o para testimonios, así como aportación en la labranza y pastoreo. Creemos que este puede ser el caso de Juan de Santiago, como natural haciendo de testigo de otro natural de la isla. Es sabida la costumbre de tomar como apellido el de su padrino y también el de la pila donde se bautizaron.

Bancales junto al barranquillo (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
En relación con nuestro personaje principal que ha dado  lugar al topónimo Martín Mayor, nos asaltan algunas dudas  en cuanto al grupo étnico al que corresponde, y ellas desde la veracidad de las citas sobre las informaciones genealógicas de la Inquisición y el extracto documental que aportan los incansables y buenos investigadores (GARCÍA TORRES, J.R. et HERNÁNDEZ BAUTISTA, F., 2016): 

«“Martín, morisco, cristiano nuevo de moro, esclavo de Luisa Mayor, vecina de Canaria, condenado por hereje, apóstata y haberse vuelto a la pérfida secta de Mahoma” […] “… confiesa que, estando en el campo cuidando cerdos de su ama, otros moriscos le convencieron para irse a tierra de moros …”».

Nuestra sospecha que esté ocultando deliberadamente, como otros tantos hicieron, su condición de natural de las islas, al identificarse como “morisco”, lo es precisamente porque el oficio de “cuidar cerdos” no parece del agrado de un mahometano confeso que se precie, desde su respeto al Corán (verso 2:1.73) y los calificativos que al “puerco” dedica, pues la prohibición se sustenta en la repugnancia al “marrano” que es alimentado con “menudencias”, y en el caso de alimentarse con comida “limpia”, son animales “cochinos” en otros aspectos que afectan a la salud de los humanos, de donde podría sentirse pérfido de sus creencias.

Desde estas y otras premisas, aunque no lo podamos adverar, podríamos concluir que el origen del topónimo Barranquillo Martín Mayor se deba a la notoriedad del natural de la isla allí estante, que se dedicaba a la cría de ganado, y de ahí la presencia de majadas en sus proximidades. Son los asentamientos tipificados de los aborígenes junto a los cauces de los barrancos.

Y en relación con el otro antropónimo de las proximidades, no debe sorprender la decisión de compra de tierras en este lugar por un regidor de la isla, pues las garantías sobre el buen fin de su inversión, se las proporcionaba su propia condición de funcionario público, como es el caso de Juan Tello, al que se le supone gran poder de influencia para un conflicto de jurisdicciones, pues es conocido que mantuvo otros y salió airoso de los mismos, como lo fue el que mantuvo con el gobernador Martín de Benavides (BENITO RUANO, 1955, p. 557).

En los tiempos actuales, en el entorno del Barranquillo Martín Mayor queda la panorámica de los bancales que fueron construidos para el mejor aprovechamiento de las tierras en plano inclinado, como muestra del esfuerzo que hombres y mujeres de esta tierra han realizado durante todos los tiempos para alcanzar sus mejores rendimientos.

Localización topónimos (IDE Gran Canaria)


viernes, 22 de julio de 2016

ÁGUEDA, MONTAÑA (TELDE)

Hasta muy avanzado el siglo XVIII era conocida como Montaña de Santa Águeda, como lo acreditan documentos y la cartografía militar. El topónimo de Montaña de Santa Águeda aparece en el Mapa y Estado de la Isla de Gran Canaria, que fue realizado por el capitán de Infantería Sancho Figueroa de la Cerda en 1776, para el Plan Político del que había sido nombrado Marqués de Tabalosos, título concedido el año anterior por Carlos III a Eugenio Fernández de Alvarado y Perales, Teniente General de los Reales Ejércitos, Mariscal de Campo, Comandante General de las Islas Canarias, Presidente de la Real Audiencia (GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, 1995).

Después nos aparece en un pleito de 1782:

«Los rematadores de Agüimes se negaron a dar parte de estos frutos de los pastores del señorío que alimentaban sus ganados en Pozo Izquierdo, Sardina, Juan Grande, Aldea Blanca, Maspalomas, Charquillos, Montaña de Santa Agueda, Ganados de Suárez y el Cortijo de Gando» (CAZORLA LEÓN, 1984, p. 64).

Vista de la montaña (Google Earth)
Como ha ocurrido con muchos topónimos, en este caso la corrupción ha supuesto la pérdida del adjetivo, cuestión que ha dificultado de alguna manera conocer del mismo al estimarse que era un antro-topónimo y no un hagio-topónimo como es lo correcto, por acercarnos a la historia o advocación a los santos en la isla.

Del nombre de esta montaña el antiguo cronista de Telde dice «Montaña de Águeda.- Tierras así llamadas por haber pertenecido a Águeda María de las Llagas que vivió en el siglo XVIII en aquel lugar» (HERNÁNDEZ BENÍTEZ, 1958, pág. p. 330). La indefinición del año del s. XVIII no permite determinar si es anterior al pleito antes citado, y sorprende que en él se la mencione como Montaña de Santa Águeda, utilizando para otro lugar el nexo de posesión, como es el caso de “Ganados de Suárez”.

Aunque no podamos rebatir dicha información sin documentar por el autor en su información de distintos topónimos, parece no responder a las costumbres de aquellos tiempos en la consolidación de los antropónimos que terminan por ser el origen toponímico con el paso al menos de un siglo, difícilmente en los tiempos coetáneos en los que también se celebró el pleito.

Del apellido se conoce de: Juan Rodríguez Llagas, mozo coro de la Catedral (1723); Thomas Rodríguez Llagas por préstamo del Cabildo Catedralicio (1724); Juan Rodríguez Llagas, cosechero de uva en Tenerife (1757); Francisco Llagas Llanos, colector que aparece firmando un libro de defunciones en Las Palmas (1766); Juan Rodríguez Llagas, portero del Tribunal Inquisición (1779); Francisco Llagas Frías tiple coro (1794); Francisco Llagas Reverón y Mena, que  casó en Granadilla con Mª Rosario Casanova y García del Castillo (1793), fusilado en Venezuela (1814); Mª Rosario Llagas Vázquez, hija del Sargento Llagas, alcaide del Castillo de la Luz y mayordomo de la ermita (1887); y de dos frailes que lo toman con el hábito.

Hay general coincidencia en que a mediados del siglo XIV, con la arribada de los frailes mallorquines que como misioneros pensaban evangelizar estas desconocidas islas, llegó la advocación a santa Águeda, santa Catalina Mártir y san Nicolás de Tolentino, y se refieren algunas noticias de la buena acogida que inicialmente tuvo entre el grupo étnico indígena o aborigen, según se quiera, que terminaría en el fracaso de la misión con la muerte de los frailes, consecuencia de las reacciones de los aborígenes a las violentas capturas y apresamientos que realizaban mallorquines y corsos dedicados a la piratería, tomados ambos como iguales.

Las expediciones mallorquinas y catalanas del siglo XIV a Gran Canaria tocaron tierra en el Perchel de Arguineguín, concretamente en la Bahía del Pajar, donde existe una antigua ermita en la que se venera a santa Águeda según ya hemos tratado en su entrada a este Blog Bahía de Santa Águeda, como lo manifiestan las distintas crónicas históricas.

«Tuvieron los Mallorquines en esta ysla de Canaria algunos puertos que savernos de su comercio a las ysletas una fuerte cassa de piedra sola mui fuerte, que su pared tenia de ancho y de grandes piedras siete palmos largos y segun los simientos una quadra mui ancha y larga onde oi esta una Hermita de Santa Cathalina Martir a la parte del sur en el Ganeguin una cueba onde se decia missa que oian los xristianos que comerciaban, llamada Santa Agueda, como la Iglesia maior de Sicilia, que assi es llamada a la parte de poniente a unas poblaciones de Canarios llamada Tirma, y otras de la Aldea de San Nicolas de Tolentino onde se decia missa mui serca del mar, una Hermitica mui pequeña la mitad cueba y la otra mitad de piedra …» (ARIAS MARÍN DE CUBAS, 1986, p. 58-59).

Detalle de las islas en el Atlas de Abraham Cresques
Si bien de santa Catalina y san Nicolás se tenía la certeza de la advocación en el levante de la Península Ibérica, todas las referencias más notorias de la antigüedad a santa Águeda conducían a Castilla, en concreto a Burgos y a la iglesia de Santa Gadea o Santa Águeda, donde refiere la romanza medieval que fue en el año 1072 cuando Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador obligó  al rey Alfonso VI de León le hiciera el juramento de que no había participado en el asesinato de su hermano rey Sancho II de Castilla, en el cerco de Zamora.

Pero las crónicas ya decían de los mallorquines y de los catalanes, y más determinante iban a ser los estudios realizados sobre la tabla que representa a dicha santa del lugar de El Pajar:

«En el estado actual de los estudios iconográficos no hay en el archipiélago imagen alguna con clara paternidad mallorquina. Para algunos autores se consideran afines a este estilo la imagen de Ntra. Sra. de las Nieves en la Palma o la tabla de Santa Águeda en Arguineguín» (LAVANDERA LÓPEZ, 1988, p. 770).

Del interés náutico de mallorquines y catalanes por alcanzar las costas atlánticas de África y las islas en el trayecto en el siglo XIV es muy conocido, así como del acompañamiento que le hacían los frailes mallorquines que auspiciados por el Papa se enrolaban para realizas sus labores misioneras.

«Cuando el papa Clemente VI, el instaurador del fracasado reino de la Fortuna, conoció por boca de sus propulsores tan prometedor panorama no vaciló en erigir en las islas del Atlántico una diócesis misional por medio de la bula Coelestis rex regum (1351). La nueva diócesis quedó a partir de esa fecha bajo la dependencia directa de la santa sede, preocupándose de manera particular por su auge los pontífices Inocencio VI y Urbano V. El lugar escogido para residencia de la catedral -una humilde cueva, seguramente- fue la ciudad indígena de Telde, en la isla de Gran Canaria. La diócesis perviviría por espacio de medio siglo, acabando por extinguirse en un ambiente adverso. Se conocen hasta cuatro obispos de Telde: Bernardo Font (1351), Bartolomé (1361), Bonanato Tarí (1369) y Jaime Olzina (1392)» (RUMEU DE ARMAS, 1998, p. 586).
 
Detalle de las islas en Atlas catalán de 1375 (LunaBruna Bf)
Debe entenderse la naturaleza del obispado creado, pues no obligaba al desplazamiento de un obispo a la isla, y los intereses políticos se unían a los religiosos y a los comerciales.

«Carecemos de fuentes documentales para afirmar, o negar, si el obispo de Telde realizó algún viaje a las Islas Canarias, donde radicaba su obispado. Descartar apriorísticamente la posibilidad de acudir a su campo de misión no es razonable. Como iban los mercaderes de la corona aragonesa, podía ir el mismo obispo, aunque no se pudiera pensar en un viaje grato, fácil, ni sencillo. Tiempo no le faltó en más de diecinueve años de episcopado, sobre todo en los de 1392-1399, cuando pudo andar por Mallorca, y el viaje marítimo estaba justificado sin que pesaran excesivamente las distancias. En cambio, dadas las actividades que a lo largo de doce años ejerció en Zaragoza, no se ve cómo ni cuándo podría desplazarse desde el interior de la península a los puertos de la corona de Aragón, y desde allí a las factorías o colonias aragonesas de las Afortunadas […] Los reyes aragoneses en el siglo XIV montaron un obispado, oficialmente, jurídicamente residencial en las islas Canarias, aunque no las habían ocupado ni conquistado. » (FERNÁNDEZ SERRANO, 1973, pp. 254-255).

Pero poco o nada se cuenta de la relación de santa Águeda con Mallorca, salvo lo que pudiera señalarse del último obispo Jaime Olzina, mallorquín, que tiene cierto paralelismo en su carrera eclesiástica con la del valenciano elevado a los altares Vicente Ferrer, que de alguna manera pudo estrechar entre ellos alguna relación que llevara a compartir su fervor por la santa cuya devoción extendió el valenciano por todo el levante español.

«San Vicente Ferrer tomó el hábito a los dieciocho años el día de santa Agueda, 5 de febrero de 1368, pero advierte el historiador Diago que ya había estudiado, siendo seglar, tanto la Gramática como la Lógica, aunque se le impuso un nuevo curso de Lógica, de Filosofía, para adaptarse a los estudios y estudiantes de la orden» (IBÍDEM, p. 240).

«Jaime Olzina, tras sus estudios filosóficos en Barcelona, retorna a su Mallorca nativa para ejercer el magisterio de esa Filosofía entre los jóvenes dominicos de su convento. Lo mismo que le sucedería cinco años más tarde a fray Vicente Ferrer, que, finalizados los estudios de Lógica en Barcelona, fue destinado antes de penetrar en los estudios teológicos al convento de Lérida con la misión de lector, o profesor de Lógica, de Filosofía» (IBÍDEM, 1973, p. 241).

Si bien no se conoce ningún documento que lo acredite, pudo ser que el último Obispo de Telde cuando encomendó la misión evangelizadora a los frailes franciscanos mallorquines, pudo también interesar de ellos que se trasmitiera el fervor por santa Águeda. Y de ahí la presencia de la tabla en la ermita de El Pajar en Arguineguín. Llegado a este punto, habría que señalar que todas las crónicas históricas hablan de la presencia de los frailes franciscanos en Telde, como sede del obispado, y todo indica que se ha perdido en los siglos el lugar o cuevas donde instalaron su “eremitorio”, etimológicamente según el DRAE «Del latín medieval eremitorium 'habitáculo del eremita', y este del latín tardío eremīta 'eremita' y el latín -torium '-torio'», expresión que tiene mayor amplitud que “casa de oración” pues es también el lugar donde habita.
Imagen de El Pajar-Arguineguín
(Afigliosacrocuore.blogspot-com)

«Durante el tercio medio del siglo XV, Telde volvió a ser el núcleo misional más importante dentro de la isla de Gran Canaria. Bajo el alto patrocinio del obispo de Rubicón Diego López de Illescas (1460-1468) y la colaboración efectiva de los franciscanos de la vicaría de Canarias se cimentó en la mencionada ciudad sureña un eremitorio (casa de oración) alrededor del año 1462.

La edificación del eremitorio se pudo acometer después de una laboriosa negociación con los indígenas llevada a cabo entrega de niños rehenes cristianos como garantía de paz y amistad. El obispo Illescas procedió a consagrar la nueva iglesia, que quedó abierta al culto. En la valiosa infomación de Esteban Pérez de Cabitos (1477), Martín de la Torre da fe del singular suceso: “Este testigo vido en Telde al obispo de Canaria don Diego López, e que estovo ende con él dentro en Telde, e que oyo ende missa …”. Fernando Alfonso es tanto o más expresivo, aunque no declare de manera inconcusa que Telde sea el escenario concreto del recuerdo: “Conosció este testigo en las dichas islas al dicho obispo e sacerdote de ellas ..., e que vido bautizar en ellas a algunos canarios, e que este testigo fue padrino dellos; e aun que fizo bautizar unos quatro cativos canarios, suyos desde testigo …”.

No se puede precisar el lapso de tiempo en que el eremitorio de Telde se mantuvo en pie. Sobran los indicios, sin embargo, para establecer que más adelante fue destruido por los indígenas, al quedar rotas las amistosas relaciones con la torre de Gando» (RUMEU DE ARMAS, 1998, pp. 592-593).

Perdido todo vestigio de estas cuevas que pudieran haber sido el “eremitorio” de los frailes franciscanos en el s. XIV, en una recopilación de apuntes de investigación etnográfica sobre cuevas y refugios de pastores (RODRÍGUEZ BETANCOR, 2014), hemos comprobado entre los diecisiete lugares reutilizados con posterioridad inventariados en Telde, y encontramos el siguiente anotación 14. Morros de las Cuevas de Calasio, haciendo referencia a una singular cueva de grandes dimensiones horadada en la toba del Lomo, reutilizada por pastores. Las arqueológicas son evaluadas como cuevas naturales.

Se sitúa el conjunto a unos 640 metros de la falda septentrional de Montaña Águeda, en la banda meridional de la Cañada de las Haciendas, que aguas abajo toma el nombre de Barranco de Silva corriendo hasta el mar para desaguar junto a la Punta de Risco Caído, a 1.070 metros al norte de Tufia, y a 4.900 metros de la Torre de Gando,  después de discurrir junto a muchos vestigios aborígenes de notable interés.
 
Cueva de pastor en el Lomo (La Vinca EeA)
Es precisamente en las Cuevas del Calacio, tal como el topónimo está inventariado por el Instituto Geográfico Nacional, donde se inicia el territorio del Bien de Interés Cultural “Barranco de Silva” (Decreto 262/1993, de 24 de septiembre, Gobierno de Canarias), que describe los siguientes asentamientos:

«-Cuevas de Calasio: grupo de ocho cuevas artificiales excavadas en la toba y comunicadas entre sí, asociadas a la necrópolis tumular en escorias volcánicas, situada cercana al cauce del barranco.

-Cueva de las Huesas: conjunto de cuevas excavadas en la toba, de las cuales destaca una de grandes dimensiones con cuatro huecos y una pequeña cueva adosada. Para llegar hasta ésta se accede a través de unos pasos labrados en la toba.

-Lomo Melosal, Rosiana: grupo de cuevas artificiales excavadas en la toba, reutilizadas en tiempos históricos a las que se asocian una serie de cazoletas labradas también en la toba.

-Cueva grabada de Silva-Jerez: cueva artificial excavada en la toba semicircular con grabados, tanto en su interior –con motivo de vulvas- como en su exterior.

-Cuevas de Jerez: conjunto de cuevas artificiales distribuidas en tres niveles, en una de ellas se observan bajo relieves en forma de posibles grabados alfabéticos líbicos.

-Almogarén de Jerez I: conjunto de canales y cazoletas asociadas a cuevas artificiales excavadas en una explanada anterior a las mismas.

-Almogarén de Jerez II: grabados alfabéticos excavados en la toba y asociados a unos canales que se relacionan con el Almogarén del Jerez I».

Se observará que describe un importante asentamiento de la población aborigen, en el que encontramos los Almogarén donde efectuaban ritos religiosos, y dominando todo él, en la banda meridional del cauce se encuentra la Montaña Águeda que alcanza la mayor altura de 564 msnm., cuestión que es  importante destacar.

La montaña dominando todo el entorno (Google Earth)
De las crónicas históricas coincidentes, conocemos de la armada de 1344, y fijamos nuestro interés  en las relaciones que los mallorquines mantuvieron con los aborígenes:

«Se cree que los mallorquines que vinieron con la armada de don Luis de la Cerda llevaban consigo muchos útiles para construir y que, al desembarcar sin sospecha en la playa de Almenara, frente a la ciudad de Telde, fueron capturados por la muchedumbre de isleños que acudieron a la orilla, para oponerse a la entrada.

[…] Los mallorquines cautivos hallaron en los canarios humanidad y buena voluntad; y se entendieron con ellos tan prudentemente, que vivieron junto con ellos casi como si fuesen naturales, y más que unos amigos de fuera. Tuvieron de ellos tierras y ganado y mujeres, con las que se casaron y tuvieron hijos. Ellos fabricaron la iglesia de Santa Catalina Mártir, entre la ciudad y el puerto, la cual era cuidada por frailes franciscanos que vinieron a predicar el Evangelio; y hicieron estatuas de madera a la Virgen y a Santa Catalina y a San Nicolás, pero tan mal hechas, que molesta el que se deban contemplar, debajo de formas tan torpes, bellezas más que divinas. También adoctrinaron a los canarios en todas sus cosas, tanto de gobierno como en ritos y ceremonias que ellos hacían a Dios. Ello no obstante, no se sabe que algún canario se haya bautizado; se cree, al contrario, que fue establecido por los canarios que cada uno vivise en su ley, y que no consintieron que propagasen el Evangelio.

Pero con el tiempo, aumentando la generación de los mallorquines, de modo que les parecía poder enfrentarse con los isleños, empezaron a predicar el Evangelio y a querer cambiar las cosas de éstos; y ellos (como todavía no había llegado el tiempo establecido por Dios para su conversión), en cierta hora del día, (así como los sicilianos habían hecho con los franceses), tomaron las armas y mataron a todos los mallorquines y a los que habían nacido de ellos. Los frailes franciscanos fueron precipitados desde la altura de un monte, por lo cual todos juntos gozan hoy, triunfadores, en el cielo, la palma del martirio» (TORRIANI, 1959, pp. 117-119). 

Además de esta crónica coincidente con la de Abreu (ABREU GALINDO, 1977), nuevas investigaciones amplían el tamaño de las relaciones

«En el caso de los mallorquines, el grupo establecido permanentemente entre los canarios pudo convivir con los grupos de la costa. ¿La separación entre ambos se veía reforzada por la permanencia de los laicos en el interior y de los frailes en la costa? Torriani señala que la iglesia de Santa Catalina era regida por los franciscanos y dicho lugar no parece apto para la instalación de colonos, pero otros datos impiden dar valor general a esta prueba. Los frailes arrojados a la sima de Jinámar no debían proceder de un lugar muy distante y no parece lógico que la sede de un obispado misional careciese de clero regular» (AZNAR VALLEJO et TEJERA GASPAR, 1992, p. 35).

La inexistente mención a la advocación a santa Águeda por los franciscanos arribados a Telde en las crónicas, ha de entenderse como omisión involuntaria, dado que las derrotas marinas que primaban en aquellos tiempos establecen dos bahías en la ruta Este-Sur que se ofrecían a los mallorquines:

«Entre Punta de Taozo (27º, 45' N. y 15º, 40' W.) y Morro Colchas la costa da paso a dos bahías. La de Santa Águeda al W. y la de Melenara al E. pudiéndose fondear en ambas por estar resguardadas de los vientos. Estos son los desembarcaderos de Arguineguín, frecuentados tempranamente por los europeos en cuyas inmediaciones se localizan abundantes vestigios de estructuras habitacionales aborígenes» (MARTÍNEZ DE GUZMÁN, 1982, p. 115).

La Montaña en rojo, asentamientos aborígenes en azul y arriba al norte,
 la Sima donde se cuenta fueron arrojados los misioneros
En los tiempos actuales, con modernas embarcaciones, puede sorprender del contexto de dos bahías para fondear, pero hemos de circunscribirnos al s. XIV y siguiente, como lo acredita otra crónica histórica con enmiendas a la traducción anterior:

«Llegaron a Gran Canaria cerca de Telde, pero no se atrevieron a fondear, pues soplaba un fuerte viento y estaba anocheciendo, siguieron avanzando otras veinticinco millas hasta una ciudad llamada  Arguineguín, en la que atracaron y estuvieron fondeados once días» (AZNAR et alii, 2007, p. 222).

No es aventurado considerar que la situación geográfica de Montaña Águeda, en un punto intermedio, dominando con su altura todo el asentamiento aborigen del Barranco de Silva, sin olvidar que en su panorámica hacia el sur puede observar los asentamientos en el Barranco del Draguillo y el también próximo del Barranco de Guayadeque, es una atalaya singular, y, tratándose de un apagado volcán, representar como icono aquello que la leyenda cuenta de su lugar de nacimiento, la siciliana ciudad de Catania de la que es patrona la santa.

Prólogo de Legenda Aurea
Atribuida al hagiógrafo dominico italiano Jacobus de Voragine, después obispo de Génova, en la obra Legenda aurea iniciada en 1250 (VORÁGINE, 1996), cuenta que detuvo la lava milagrosamente en la erupción del volcán Etna, ocurrida un año después del martirio de santa Águeda (c.250), en respuesta a las rogatorias que sus conciudadanos hicieron a la santa. Se da la curiosidad añadida que las voces Catania y Canaria contienen iguales vocales y fonemas próximos.

Tratándose de una obra que alcanzó un gran prestigio, narrando historias de santos con la intención de propiciar la religiosidad popular en el mundo medieval, fue conocida y seguida por todos los estamentos religiosos, entre los que podemos incluir sin duda a nuestros franciscanos mallorquines quienes en sus misiones intentaban emular a sus santos. No es de extrañar que fueran ellos los que dieran a esta elevación el nombre de Montaña de Santa Águeda, que en algunas cartas así fue recogido para que llegara así hasta el s. XVIII.

Tampoco ha de extrañarnos la mistificación de la vida de los santos que se hacía en la antigüedad, y bástenos como testimonio del “colorido” que hacía de santa Águeda un ilustre canario, Bartolomé Cairasco de Figueroa en su Templo Militante, tal como se interpretó de su edición de 1603 (ALONSO, 1952, pp. 382-383):

«Y ahora la metáfora junto a la sensación cromática. El tirano que no ha logrado los requeridos amores de Águeda manda cortar su pecho:

“Así después que la braveza insana
de aquel cruel con ánimo maligno
mandó cortar de dos la una manzana
al delicado pecho alabastrino,
nuestra amazona, ilustre soberana,
tiraba desde el suelo al Rey divino
flechas de amor envueltas en suspiros
haciendo asi más acertados tiros.
Y en tanto que la purpura reciente
del blanco pecho matizaba el suelo,
saliendo como el agua de la fuente
por la herida del rosado velo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .”

Flores, colores, olores se suman a las piedras preciosas:

“Iba la virginal ninfa vestida
de rica tela plateada y verde,
de azucenas de aljófar recamada;
el dorado cabello recogido
en una redecilla verde y blanca,
poblada de claveles y jazmines
con cintas de diamantes y esmeraldas.

Era su bello adorno al modo y talle
que lo suelen usar las bellas ninfas
de tela de oro y verde, recamado,
de finas esmeraldas, y el cabello,
que los rayos del sol oscuro vuelve.
Al regalado céfiro esparcido,
con una cinta verde, toda llena
de perlas y rubíes por corona,
por joya al pecho en otra blanca cinta,
un áncora llevaba de esmeralda,
de flores que un olor daban del cielo”»


Después de su lectura, trasladándonos siete siglos atrás, no es impensable que aquellos atrevidos misioneros franciscanos venidos de Mallorca, representaran con esta montaña el icono del fatal desenlace en su muerte y la milagrosa leyenda en la erupción del Etna como pecho sangrante.

Localización (IDE Gran Canaria)