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viernes, 28 de octubre de 2016

CAÑADÓN/ES, EL/LOS (AGÜIMES Y OTROS)

Así como el topónimo genérico ‘cañada’ es habitual en todas las islas, en singular  y plural ‘cañadón’ y ‘cañadones’ lo encontramos exclusivamente en Gran Canaria, y todos ellos en la considerada por los estudiosos ‘isla vieja’ de los tiempos geológicos, de manera aproximada la mitad suroeste, mucho más afectada por la erosión.
 
Los Cañadones en Agüimes (Rafael Peñate Navarro)
En la entrada a este blog de los topónimos genéricos, ya anotábamos que ‘cañada’ señala la presencia de un barranco pequeño, estrecho si se refiere al relieve, que es la acepción más usada en Canarias; pero también puede significar “lugar de paso de ganado” en el pastoreo, marcando la diferencia del académico significado del DRAE «Espacio de tierra entre dos alturas poco distantes entre sí».

En cuanto a la voz ‘cañadón’, que pudiera entenderse aumentativo de la anterior, el DRAE nos ofrece tres acepciones descriptivas usadas en distintos lugares. La primera recogida, al uso en Andalucía y Cuba, es «Cañada honda». La segunda al uso en Argentina, Bolivia y Paraguay «Cauce antiguo y profundo entre dos lomas o sierras». Y la última en Uruguay, puede ser una variante de la anterior con agua «Hondonada en forma de amplio cauce, con riberas altas, por la que circula una pequeña corriente de agua».

No parece que ninguna de las tres se aproximan a los ‘cañadones’ que en la isla encontramos, y quizás lo sea por el encogimiento de los cauces por el tamaño de la isla. Aquí en la isla, porque lo fueran con toda probabilidad originados por grandes barranqueras de aguas en fuertes descensos en laderas dejando a ambos lados a su paso ‘puntones’ o rocas compactadas que resistieron a la erosión.

Cañadón de Tasarte (Google Earth)
Sí hay que entenderlos como viejos cauces de escorrentías o vertientes, venidos a menos por el descenso progresivo en siglos de la pluviometría, y si bien en tiempos de lluvias pueden llevar hilos de agua, a partir de su relativa desecación se convirtieron en lugares de paso de ganado por su accesibilidad, dado que  no llegaron a constituir ‘caideros’ formados en las caídas de agua en vertical, con la única excepción del Cañadón de Tasarte que puede llegar confundir en el inicio de su caída vertical de los 1.300 msnm., si bien el topónimo lo recibe cuando lo forma en la cota de los 1.000 msnm. Todos ellos en los tiempos actuales son rutas habituales de los senderistas por su espectacularidad y belleza.

Panorámica del Cañadón de la Chapa (Google Earth)
Encontramos en la isla los siguientes topónimos ordenados por municipios, entre ellos algunos derivados del primario. AGÜIMES: Los Cañadones; ALDEA DE SAN NICOLÁS: Blanquizal del Cañadón, Cañadón de Tasarte, El Cañadón, Los Cañadones y Filos de los Cañadones; SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA: Alto del Cañadón, Cañadón de la Baranda, Cañadón de la Meseta, Cañadón de la Manzanilla, Cañadón del Jierro, Cañadón Sombrío, El Cañadón y Los Cañadones; TEJEDA: Cañadón de la Chapa, El Cañadón, Los Cañadones y Montaña de los Cañadones.

Vertientes del Cañadón de la Chapa (Yeray Santana)
Su localización es posible en los mapas que insertamos por las referencias próximas conocidas, y así los encontramos con una fisiografía con las formas más caprichosas que la naturaleza pueda crear. Desde la Montaña que lleva tal nombre en Tejeda cuyas laderas están formadas por cañadones, muy cerca de la Presa de las Niñas, que constituye todo un enigma entender como pudo erosionarse de tal forma cuando no cabe comprender como pudo acumular agua en su cumbre que originara tal erosión, pero con total seguridad alguna explicación geológica tendrá.

También Los Cañadones aldeanos, entre Vallehermoso y Guguy, donde se pueden contemplar los mecanismos erosivos de los siglos, conformando la alineación de filos, cañadones y rodaderas en dirección naciente-poniente, donde sólo este lugar recibió el topónimo si bien otras muchas escorrentías de Vallehermoso y Guguy podrían haber sido candidatos a ser reconocidos como tales porque horadaron igualmente el relieve.

Los Cañadones y el Filo en Aldea de San Nicolás (cibermaruja)
Otros muchos no ofrecen mayores complejidades de entendimiento, pues los encontramos en el cauce medio alto de un barranco, como lo pueden ser los tirajaneros de la Baranda, la Manzanilla y la Meseta, cerca de Montaña Negra, Los Bailaderos en el Pinar de Tirajana, y del Risco Blanco, respectivamente. 

Entre el grupo anterior no hemos de olvidar el Cañadón de Tasarte que demostró su origen el 21 de diciembre de 2009 cuando las aguas torrenciales caídas en el Blanquizal del Cañadón, entre la Montaña de Los Hornos y la Montaña de Ojeda, en la cota de los 1.400 msnm, motivó un gran aluvión que erosionó y modificó el propio cauce del barranco acentuando un desdibujado cauce y provocando graves incidentes en el barrio de El Palillo. La erosión y destrozos se debieron a la cantidad y fuerza del agua caída, corriendo por una pendiente media del 42% en los 2.300 metros recorridos entre el pueblo y los altos del cantil.
 
Instantánea de 2009 del cauce erosionado del Cañadón de Tasarte (aguasgrancanaria-com)
Más notorios y espectaculares son otros. Ya hemos tratado en otra entrada a este blog dos de los cañadones tirajaneros, muy conocidos por ser el supuesto paso de la prehistoria a la historia de la isla, obligado paso en la trashumancia, y posiblemente los más altos e impresionantes: Cañadón del Jierro y Cañadón Sombrío.

Como ejemplo típico de la espectacularidad paisajística que nos ofrecen los cañadones, tratamos con mayor profusión fotográfica el primero de los citados por orden alfabético, el de Agüimes. Situados al norte de Temisas, muy cerca del barrio en el que encontramos yacimientos arqueológicos de relieve, hemos de destacar la presencia en el lugar de las ruinas de un singular horno para la construcción de tejas del siglo XIX, construido con piedra y barro, revocado en su interior con arcilla roja, que mucha probabilidad de que fuera el proveedor de muchas de las cubiertas a dos aguas de las viviendas del lugar de muy bella factura.
 
Andén Blanco en Los Cañadones (caminosdecanarias.blogpost-com)
Muy cerca de Los Cañadones encontramos el Andén Blanco que debió ser mejorado de forma artesanal en tiempos pasados, así llamado por discurrir sobre el sustrato blanco de los riscos, y el cual habilitó en el pasado la subida al horno de tejas situado en lo alto de Los Cañadones.

A la espectacularidad de los propios cañadones, hay que destacar la gran panorámica que desde lo alto se domina del barrio de Temisas, pudiendo admirarse en su entrada a este blog la belleza de los techos de tejas de las viviendas más antiguas del pago.
 
Los Cañadones de Agüimes (Rafael Peñate Navarro)
La elaboración artesanal de tejas tiene presencia en la isla desde el siglo XVI, tiempos cuando el molde más elemental era la parte delantera del muslo humano, en mayor medida femenino debido al gran número de mujeres que practicaban este oficio, adquiriendo así la forma troncocónica estrecha en la parte superior y estrecha en la inferior para su sujeción en los techos, siempre utilizando arcillas encontradas aquí y con un proceso de cocción en hornos que poco variaron con respeto al horno que aquí encontramos del siglo XIX como ya se ha dicho, salvo su tamaño en relación con las cantidades producidas.

El tamaño de los hornos antiguos vendría limitado precisamente porque la elaboración de las tejas era un oficio complementario al principal de su actividad, normalmente el cultivo de sus tierras, hecho que limitaba el número de tejas elaboradas.
 
Horno de Los Cañadones y Temisas al fondo (Aider Gran Canaria)
La proliferación de los hornos en el XIX viene dada por el aumento de la demanda tanto para edificios públicos como para la arquitectura doméstico, y ello propició aumentar la producción a partir de su preparado en moldes.

«… la cadena operativa se caracterizaba por someter la tierra a un proceso de limpieza y retiro de impurezas (piedras, raíces) a través del cernido o cribado. Posteriormente, se mezclaba con agua y se dejaba esponjar. A la masa obtenida se le añadía arena de barranco o tomada en zonas con calidades propicias para el cocido. La mezcla era amasada utilizando herramientas y aperos de labranza (raspaderas, azadas).
 
Horno de tejas de Los Cañadones (Aider Gran Canaria)
En diversas ocasiones —tal como se hacía hasta pocas décadas atrás— se empleaba una vaca para pisar el barro pues la demanda era tan alta que los alfareros no podían elaborar tanta cantidad de barro sin el empleo de estos medios. Una vez obtenida la masa o pasta, dependiendo de las piezas a elaborar, se seguía un patrón determinado. Por ejemplo, en el caso de las tejas y tejones, se cortaba un trozo de barro y se vertía en estructuras de madera construidas de forma trapezoidal —en el siglo XIX éstas pasaron a ser de hierro—, denominadas gradillas (con diversas medidas según se quisiera realizar tejas, tejones, tejas de pequeño tamaño, etc.).

Detalles del revocado interior del horno (Aider Gran Canaria)
Tras establecer la cantidad de barro formativa de cada pieza se le pasaba el raidero, es decir, un útil de madera cuyo fin es ajustar la vitola o medida de cada pieza a un estándar, eliminando el barro sobrante. Finalmente, la masa a emplear se introducía en moldes de madera individuales, llamados galapos o galápagos, donde ésta tomaba su forma definitiva.

Una vez lograda la teja se extraía del molde y se ponía a secar al sol sobre el llamado mantillo o tendedero. Tras el secado —prolongado por varias horas— las tejas se trasladaban hasta el interior del horno, donde el tejero las colocaba con cuidado y con determinada distribución para facilitar su cocción.

Detalle de Los Cañadones de Agüimes (caminosdecanarias.blogspot-com)
Los ladrillos eran elaborados con una pasta similar, vertiéndose el barro dentro de unos moldes —habitualmente dobles—, la cantidad de pasta se ajustaba a la cavidad, se prensaban con las manos y se le pasaba un rayador para su enrasado. Una vez concluidas dichas acciones, se extraía el bloque del molde con un leve golpe y se secaban al sol sobre el mantillo en espera de entrar en el horno de cocción.

Vista de Los Cañadones desde Temisas (Google Earth)
La elaboración de los citados materiales era estacional, predominando las cocciones en los meses de verano cuando los hornos —descubiertos— podían tener un mayor rendimiento. Las tejas solían tener como medida estándar —la denominada en la actualidad teja vieja, antigua o canaria— unos 42 centímetros de largo, por 15-18 de ancho y 7 centímetros de alto (desde la base al arco). El ancho del labio solía ser de 1,5 centímetros y su peso medio, una vez guisada, se situaba en 1,5 kilogramos» (QUINTANA ANDRÉS, JIMÉNEZ MEDINA et ZAMORA MALDONADO, 2014, p. 7).

Localización de Los Cañadones en Agüimes (IDE Gran Canaria)

Localización del Cañadón de Tasarte y del Blanquizal en Aldea de San Nicolás (IDE Gran Canaria)
Localización Los Cañadones y del Filo en Aldea de San Nicolás (IDE Gran Canaria)
Localización Cañadón de la Baranda en S. Bartolomé de Tirajana (IDE (Gran Canaria)
Localización Cañadón de la Manzanilla en S. Bartolomé de Tirajana (IDE (Gran Canaria)
Localización Cañadón de la Meseta en S. Bartolomé de Tirajana (IDE (Gran Canaria)
Localización Cañadón de la Chapa en Tejeda (IDE (Gran Canaria)
Localización Los Cañadones y Montaña de los Cañadones en Tejeda (IDE (Gran Canaria)

viernes, 23 de septiembre de 2016

PRIETO, RISCO (V. SAN MATEO, ALDEA DE SAN NICOLÁS, MOGÁN, S. BARTOLOMÉ DE T. Y TEJEDA)

Probablemente el más conocido por tener un pequeño asentamiento de población lo sea el situado en la Vega de San Mateo, que en todo caso es el más representativo por su altitud y relieve. Este topónimo está situado en un territorio de pendientes riscos formado por las vertientes de naciente del Barranco de La Mina (1.025 msnm.), como lo es el propio Risco Prieto (1.400 msnm.), que tiene al poniente el Risco de la Mesa (1.500 msnm), formado por las escorrentías de los pinares de las Mesas de Galaz (1.550 msnm.) y de Las Mesas (1.630 msnm.), y al naciente el Risco de Bijango y el Risco de Casalla (ambos a 1.250 msnm.).

Panorámica (Michele Curcio)
Se trata por tanto de un territorio de tierras rojas en sus cotas más altas, muy erosionado por las propias escorrentías de aguas de lluvias, en el que históricamente se han producido aluviones y desprendimientos que en ocasiones han cerrado la carretera de Acceso a Cueva Corcho (GC-230) desde la carretera San Mateo-Tejeda (GC-015), y donde las escasas tierras de cultivo lo son de forma obligada en terrazas o bancales.

En el lugar encontramos un pequeño Caserío llevando el topónimo, al que se accede por un camino vecinal descendiente y sin salida, aproximadamente en el punto kilométrico 1’3 de la carretera antes mencionada, que serpentea para acceder a las viviendas construidas todas mirando al naciente y donde en el primer cuarto del pasado siglo se registraban 29 habitantes.

Detalle fotográfico del Caserío (Michele Curcio)
Nos encontramos por tanto en una zona de transición de las medianías a las Cumbres centrales de la isla, identificado por el cromo-topónimo  de “Prieto” dado al Risco por el color del sustrato, tal como recoge el DRAE «4. adj. Dicho de un color: Muy oscuro y que casi no se distingue del negro. 5. adj. De color prieto», topónimo que encontramos también en la Aldea de San Nicolás, Mogán, San Bartolomé de Tirajana y Tejeda, asociado en ocasiones a algún accidente del relieve, y otros desaparecidos o que tan sólo identificaban alguna finca o cortijo.

Ortofoto del territorio de la Vega de San Mateo (Google Earth)
En la Aldea de San Nicolás localizamos el lugar cerca de la Castañeta, al naciente de la conocida Cruz del Siglo, a 175 msnm., al sur del Peñón Rajado y al noroeste de Los Cercadillos y el Peñón del Sajorín.

En Mogán el topónimo lo encontramos, precedido del genérico geo-topónimo típico del suroeste grancanario, como Puntón de Risco Prieto, a 520 msnm., en el Lomito de las Veredas al norte y el Lomo del Culatón, teniendo a su naciente la Montañeta Picuda y más allá el cauce del Barranco de Veneguera, quedando a su poniente el Puntón del Cuervo, topónimos todos que nos dicen de la particular orografía del territorio moganero.

Detalle de Risco Prieto de la V. de San Mateo (Google Earth)
El topónimo tirajanero de San Bartolomé, lo encontramos entre los cauces del Barranco de la Negra, al naciente, y el Barranco de Arguineguín al poniente, situándose el Risco Prieto a 590 msnm. y proyectando su denominación sobre el Llano de Risco Prieto que se extiende al sur del mismo, dejando a su norte el Alto de las Aulagas y más hacia el noroeste la Cruz del Lance, ubicándose en un territorio entre degolladas, al naciente la Degollada de los Alcaravanes y al poniente la Degollada de los Roques, muy próximo a una rica zona patrimonial arqueológica que han devengado en topónimos: el Almogaren Chico y el Almogaren Grande en la Cañada de las Yeguas.

Por último, en Tejeda localizamos el topónimo a 1.259 msnm., cerca del Lomo de las Moradas, al noroeste de la Hoya del Escobonal que se encuentra al norte de la Cruz de Timagada, y al sur del Morro del Cuervo, en el territorio de tierras altas que rodea la carretera Tejeda-San Bartolomé de Tirajana (GC-060), entre los dos últimos lugares citados.

Vista de Risco Prieto (Michele Curcio)
Ya hemos recogido también en nuestra entrada a Roque Prieto (Sta. Mª de Guía) de la información aportada por el centenario profesor de la toponimia canaria referida al cromo-topónimo negro:

«Una variante de este color es PRIETO, que en muchos sitios de Canarias corresponde casi a negro, pues se trata de un color oscuro que es fácil confundir con el citado. Es voz considerada como un arcaísmo americano o portuguesismo derivado de preto, aunque además es palabra castellana que corresponde a un apellido, relativamente abundante; en Cuba a los negros se les llama prietos y sabemos la gran influencia que tuvieron los retornados de dicha isla, a la que tantos emigrantes canarios acudieron» (AFONSO PÉREZ, 1996, p. 190).

Jopillo canario (CSuárez)
En este lugar de transición en 1989 se localizaban ejemplares de una glomerata singular (Dactylis cf. Smithii) en peligro de extinción, de las conocidas vulgarmente como jopillo canario, distinto del jopillo de cumbre que se localiza en las altitudes del Teide.

«Especie conflictiva que presenta una alta variabilidad morfológica. Pertenece al complejo polimórfico de D. glomerata L del Mediterráneo, y en Canarias muestra distintas formas en función de la insularidad y los ecohábitats. Es bastante rara en todas las Islas Canarias, a exepción de La Palma y Tenerife. En esta última isla y en las vertientes medias del Norte, puede llegar a ser frecuente. En Gran Canaria solo era conocida en dos localidades de las cumbres de la isla, pero hemos podido observar esta especie creciendo en diversos enclaves de la zona montaña y media: Vega de San Mateo: Hoya del Gamonal 1600 m.s.m.. Risco Prieto 1300 m.s.m., Ariñez 1400 m.s.m.;…» (MARRERO RODRÍGUEZ, 1989, p. 87).

Detalle floración del Jopillo canario (CSuárez)
Con relación a los otros topónimos próximos antes citados, nos es desconocido el origen de la Cañada y Risco de Bijango, si bien pudiera tratarse de un fito-topónimo de alguna planta así conocida en la antigüedad, sin despreciar que pueda ser una corrupción de:

«BALANGO (Avena Fatua, Lin.)- Planta gramínea que los botánicos llaman “avena loca”. Criase en los campos de nuestras islas entre los granos cultivados. Su tallo o caña, se levanta muchas veces hasta la altura de dos varas, la cual es nudosa, guarnecida de hojas estrechas y cumplidas, lisas por lo común….» (VIERA Y CLAVIJO, 1866, Tomo primero, p. 105).

El Risco Casalla lo recibe de los repartimientos de tierras dados a Pedro de Caçalla el 17 de junio de 1547 (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 381) y el antropónimo de las Mesas de Galaz, relacionado con la Hoya de Galaz, cuya fuente es mencionada en los repartimientos a favor Françisco Ramirez el 19 de febrero de 1543, del regidor Zoilo Ramírez el 14 de septiembre de 1547, y también en la otras solicitadas por Pedro Caçalla el 9 de septiembre (¿?) de 1553 (IBÍDEM, pp. 132, 409 y 565). 

Localización en V. de San Mateo (IDE Gran Canaria)
Localización en Aldea de San Nicolás (IDE Gran Canaria)
Localización en Mogán (IDE Gran Canaria)
Localización en San Bartolomé de Tirajana (IDE Gran Canaria)
Localización en Tejeda (IDE Gran Canaria)

viernes, 16 de septiembre de 2016

MEDIALUNA, LA (ALDEA DE SAN NICOLÁS, AGAETE, SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA Y SANTA BRÍGIDA)

La riqueza toponímica de Gran Canaria nos permite encontrar en ella algunos geotopónimos que dicen de los accidentes geológicos del relieve que reciben su nombre y se describen por las voces de nuestro léxico.


Vista de La Media Luna de La Aldea (José M. Quesada Medina - Infonortedigital-com)
Y entre los geotopónimos, aquellos que llamamos morfológicos porque nos describen la forma caprichosa que la naturaleza ha dado a elevaciones o depresiones, como es el caso que aquí tratamos de La Medialuna y que encontramos en cuatro municipios, creados por los lugareños emulando de manera poética aquello que cantaron Federico García Lorca y Miguel de Unamuno, en ambos casos para el mundo infantil, pues es en ese de mundo de niñas y niñas donde somos capaces de imaginar y soñar con las formas del territorio.
 
Comentamos con más detenimiento el lugar de la Aldea de San Nicolás, pues lo encontramos en el territorio virgen de Guguy o Guyguy, aunque se conozca con la "i" latina y diéresis Güigüi, con el que cada cual guste elegir como ya hemos contado en su entrada particular a este blog Macizo y Playas de Gugui o Güigüi, porque en este entorno donde lo localizamos en su estado puro, pues el temido impacto antrópico, de los humanos, ha sido el mínimo y lo encontramos además acompañado de otros muchos topónimos que nos permiten hablar de la toponimia, del nombres de los lugares, en su máximo esplendor.

Ortofoto (Google Earth)
Es conocido de Güigüi, utilizando la expresión más castellanizada, por la gran dificultad de su relieve se ha preservado prácticamente en su estado primario, siendo en sí mismo un relicto de especies exclusivas de nuestra diversidad, propiciado también por encontrarse situado en donde los conquistadores castellanos llamaban “la parte de atrás de la isla”, por los fuertes escarpes y las escasas tierras para el aprovechamiento en cultivos, además de corresponder siglos después de la conquista de la isla a las tierras que como a modo de dehesas comunales fueron aprovechadas por los aborígenes para el pastoreo, aquellos pocos que tardaron en perder obligatoriamente sus señas de identidad etnográficas.

« … durante siglos, algunos cultivaban cereales y frutos en lo que, según cuentan las crónicas, era un vergel con distintos nacientes de agua y caminos serpenteantes que comunicaban unas playas con las otras […] en los valles de Güi-Güi Chico y Güi-Güi Grande, en 1785 se contabilizan uno y cuatro vecinos respectivamente, en viviendas dispersas, aunque en el verano, con la recogida de las sementeras y las frutas, entraban unas ocho familias de La Aldea. El censo parroquial de 1820 recoge un total de ocho familias con 25 miembros» (SUÁREZ MORENO, 1990).

Vista (José M. M Quesada Medina - Infonorte)
Sólo a partir de la desamortización de las tierras de realengo, ya a finales del siglo XIX, algunos se sintieron atraídos por su adquisición, pero desde los primeros años en que se tomó conciencia del gran valor del medio natural que el territorio representaba, se fueron sucediendo las iniciativas de registro de los bienes Propios del ayuntamiento de La Aldea, y la subasta por parte del Estado, con deslindes no practicados, y expedientes de dominio iniciados por particulares que colisionaban con los bienes Propios del municipio, todo parecía indicar que volvía a iniciarse un pleito histórico por la posesión de estas tierras.

Cuando se presuponía por la opinión pública que en buena parte de ellas ─dos tercios de los treinta millones de metros cuadrados─, podrían realizarse iniciativas que hicieran peligrar su preservación, desencadenó la expropiación forzosa de estas tierras y derechos, aprobada por el Consejo del Gobierno de Canarias el 19 de diciembre de 1989, que el 10 de enero del siguiente año pasaba a información pública. Había sido declarado Parque Natural en 1987 y Reserva Natural Especial en 1994. Se cerraba así toda posibilidad de litigiar entre particulares y el ayuntamiento.

Vista (Turcón)
Es precisamente este acto el que nos dice de sus últimos poseedores, entre los que habría que recoger al inversor suizo Helmut Rahms (Pellerine Ltd.) que en 1988 por 240.000 euros adquirió esa buena porción del territorio a la sociedad filial de la Caja Insular de Ahorros, Promociones Turísticas Canarias que antes vendería parte a su matriz, que habían sido o colindaban con otros muchos propietarios herederos como Juan Armas, Francisco Bethencourt Armas, Nicolasa Díaz, Manuel León, Antonio Marrero, María Medina León, Asunción Medina Rodríguez, Juan Francisco Medina Saavedra, Cristóbal Quintana, María del Pino Quintana Suárez, Juan Quintana, Teodora Quintana Suárez, José Ramos Navarro, etc.

Como decíamos al principio, nuestro mayor interés es conocer de la toponimia, de esa toponimia virgen nacida de la percepción o aprovechamiento de los pocos lugareños que transitaban este paraje singular.

De La Medialuna, la descripción dada por el registro dice «Desde ese trozo de erial, en su mayor parte de riscos, con una pequeñísima parte de labradío, una cueva y algunos nacientes de agua, en Güygüy Grande, donde llaman Medialuna, con cabida total de ciento veintitrés hectáreas y ochenta cuatro áreas, que lindan al sur con terrenos [de particulares]; al naciente, aguas vertientes que separan terrenos del Estado; poniente con el mar; y norte, aguas vertientes del Lomo de la Degollada del Espigón, tomando el Lomo recto al mar».

Vista de las disyunciones (Adrián Negrín)
Más paradisíaca es la descripción del paisaje dada por un experto senderista en su ruta: «Una vez cogida la bifurcación solo nos queda para llegar a la Degollada del Espigón, abandonar el andén a los dos kilómetros aproximadamente de la bifurcación para superar el último barranco, ya que por desprendimientos es bastante complicado seguir por el andén, de todas maneras, no hay perdida, se ve claramente.

Las disyunciones columnares nos acompañan por casi todo el andén, la naturaleza nos deleita con unas esculturas fascinantes sin parangón. Las disyunciones columnares se producen debido al proceso de enfriamiento de las coladas, a menudo las coladas de lava masivas de cierta potencia se fracturan en columnas verticales de sección subhexagonal al enfriarse lentamente.

Detalle de las disyunciones (José M. Quesada Medina - Infonortedigital)

Tras pasar la Degollada del Espigón, Güigüi Chico deja de verse definitivamente, a cambio observamos prácticamente al completo el Barranco de Güigüi Grande, así como la senda muy bien marcada que nos baja hasta las fincas de La Medialuna. Como finalización del tramo marcaremos justo cuando llegamos, una vez pasada las casas, al fondo de barranco de la Cañada de las Vacas. Desde la Degollada del Espigón, la aridez de zona y lo abrupto del territorio consiguen que el palmeral de La Medialuna se manifiesta como un esplendoroso oasis.

Al llegar al barranco continuamos, siguiendo lo pisado, a nuestra derecha para llegar a los bancales, los vamos bajando fijándonos en la ladera derecha del barranco para localizar nuevamente el sendero, que sin bajar al fondo del barranco (donde se aprecia un frondoso cañaveral) va a media ladera para llegar a la bifurcación donde cogeremos el sendero de la ruta corta a los 1.130 metros aproximadamente de dejar las casas de La Medialuna» (QUESADA MEDINA, 2011).

Vista (Adrián Negrín)
También encontramos una descripción paisajística de gran calidad con imágenes fijas en el canal YouTube, donde su autor Adrián Negrín nos deleita con la belleza singular La Medialuna en Güigüi.

El topónimo lo crearon los lugareños por ese capricho erosivo de posibles efluvios volcánicos más antiguos en forma de media luna. Pero muy cerca de este topónimo, encontramos en los registros de la propiedad otros topónimos muy sugestivos como Agujerada, Andén del Tanque Viejo, Barranco Orilla del Tabaibal, Barranquillo de La Sabina, Caidero Carrizo, Cañada de Juan Jorge, Cañada de las Vacas, Cerro de Arriba, Cueva Agujereada, Cueva del Tostador, Degollada del Espigón, Degolladita de los Riquillos, Estanque del Arenal, Estanque del Llano, Estanque de la Aljulaguilla, Estanque de la Huerta, Estanque de Los Mastrantos, Hera La Montañeta, Hoya de Agua de Sabina, Llano de la Mar, Lomito Hurtado, Lomo de la Corcovada, Lomo de la Degollada de la Cruz, Lomo de Los Juncos, Los Canalizos Chicos, Los Juncos, Montaña de Canizo, Montaña Guagarzal [actual Horgazales], Morrete del Abanico, Morrete de Las Laderas, Morrete de Las Lajillas, Peñón Bermejo, Tanque de Los Juncos, Valle Hermosa, Veril de la Alandarilla, Zamora, y un sinfín de topónimos en estado puro, que han llegado hasta nuestros días en su propia virginidad, tal como es el territorio. Destaca la escasez de antro-topónimos. Es precisamente esta escasa presencia de topónimos referidos a personas la que también avala el mínimo impacto ambiental.
 
La toponimia en su estado puro (IDE Gran Canaria)
Al margen de riqueza de la flora y fauna del lugar, algunas secuencias de la vida de sus moradores nos cuentan de la abundancia de los pequeños cultivos que disponían vivir, de buena agua y de sus fatigas o anécdotas.

«Nono Moreno del Pino:  … hay una casa en un lomito… que llaman el lomo de la “corcová”,… es un lomo ancho y en el bajo hicieron una casa y hay tuneras alrededor de la casa y al medio de las tuneras, el olor de los duraznos…  “sin regarse”, al medio de las tuneras,… que cosa rica… el olor del durazno en el duraznero.

En la Medialuna, en la finca de Miguel, tenían de toda fruta… Cogía ajos, cogía papas, cogía cebollas… la comida de la casa la tenía garantizada, y después vendía mucho de la cosecha… lo sacaba con las bestias para La Aldea.

En los años que yo estuve allí siempre tenía una yunta de vacas, y todos los años vendía una yunta de novillos (… lo que nos cuenta sucede entre 1962 y 1974)» (MELIÁN QUINTANA et alli, 2015, p. 130).

Cuartos de aperos (Adrián Negrín)
«Francisco Ramírez Almeida: Tenía 9 años cuando fuimos a la cueva de la Medialuna, con unas cabras de media. Y estuve allí cerca de 4 años. A mi madre la dio fiebre y tuvimos que traerla para abajo… (La Aldea) …y nos vinimos para acá.

[…] Desde la Medialuna subíamos a la Degollada de Piletas… al lado de la Montaña de los Hogarzos. Algunas veces desde por la tarde me venía (para La Aldea)… me sentaba allí pero no bajaba hasta que empezaba a oscurecer,… si no mi padre me templaba.

Para bajar eran unas “vereas”… pero uno bricaba como un cabrito… había un paso malísimo… pero lo demás era… y … con los regatones se veían los “gujeros” en el risco… (…) …tirando el garrote en el mismo sitio… eso… ahí siempre había gente… hoy no hay a donde pasar.

[…] Estábamos allí en el lomito, donde se juntaban “tos”, se juntaban alli por la noche y el viejo mío se le antojó que fuera “soltáo” allá arriba al Leñabuenal al cordero… y yo le dije que tenía miedo, que aquella hora no “diba”. Y me hizo ir.

Pero cuando yo llego allá arriba, allí había una vieja donde estaba la Medialuna, había una vieja que se llamaba Juana Carmen, dice que había muerto. Y entonces allí había unas cadenillas y unas palmeras y donde están unos tunos acabándose,… unos tunos amarillos… y donde yo estaba… pasó un cosa… un sombraje, sería una rata, un erizo, y después yo me puse allí, me dio un “mieo”, me tiró “pal” suelo, me puse en el lomitillo y me eché una piedra encima y digo” “que salga lo que vaya a salir coño que no le tengo “mieo””, y a mi… si no es el “mieo” que tenía… salió una cosa con un pañuelo blanco allí… y yo partí a correr por el chorrito “pa’riba”, me destrocé las patas… bajé por ahí… el llano de Zacarías “pa bajo”… sofocando… y cuando llegue abajo… mi padre… y dice Antonio… “el chiquillo se asustó”… la sangre se te levanta… Como el miedo es libre cogíamos todo lo que queríamos. (Francisco estuvo en Guguy en la década de los 40 del pasado siglo XX)» (IBÍDEM, p. 137).    

Vista (Adrián Negrín)
Como ya se ha dicho al principio, de formación distinta a la depresión con el que se conoce en La Aldea, pues son todas elevaciones del territorio, encontramos también el topónimo en Agaete, al naciente de Tirma y formando parte del Andén de los Alemanes; en San Bartolomé de Tirajana, al norte de San Fernando, formando parte del Morro del Cañizo, entre el Barranco de Fataga a poniente y el Barranquillo del Cañizo al naciente; y en Santa Brígida, al naciente del Caserío La Humbría, en La Angostura, formando parte de los escarpes de naciente del cauce del Barranco Guiniguada, después de la unión de los Barrancos de Santa Brígida y Barranco de Alonso, al poniente del camino de Los Silos y antes de la junta con el Barranco del Colegio.

Sin duda, el topónimo aldeano es quizás el más representativo de las formas, y posiblemente el lugar más apropiado para los momentos oníricos, apartado del mundanal ruido, en un oasis de palmeras de la tierra, entre acebuches, almácigos, bejeques, brezos, cabezones, canutillos, cardones, cardonescas, cerrajas y cerrajones, cornicales, corazoncillos, escobones, juagarzos, leña santa, magarzas, pajoneras, peralillos, rosalillos, sabinas, salvias, siemprevivas, tabaibas, tajinastes, toldas y verodes,  entre aromas de inciensos, cedros y pinos; unos a ras del suelo otros más esbeltos, todos componen la flora más auténtica de la isla.

Vista (Adrían Negrín)
Ante una orquesta sinfónica, por el trinar de los canarios del monte, o las no menos melodiosas alpispas, bisbitas o herrerillos. Y el arrullo de las tórtolas. Donde lagartos gigantes, lisas y perenquenes están atentos a cernícalos, cuervos y halcones berberiscos para no verse sorprendidos mientras calientan su sangre o repiten la misma atención sobre su menú de escarabajos, saltamontes y grillos. Allí donde las migratorias pardelas, petreles, chorlitejos, vencejos y zarapitos danzan sobre las olas o bailan en la orilla. Allí donde el mirlo nos canta avisándonos que el sol se va o viene, o cuando en la noche los búhos velan nuestro sueño para que los roedores no nos inquieten.

Sueños de ilusión e imaginación. Como declamaba Miguel Unamuno: «La media luna es una cuna, va a luna nueva; y al niño de la media luna, ¿quién me lo lleva?». Lugar para soñar y para encontrar respuestas a la vida que está por fuera de esta maravillosa “cuna” natural.

Localización en La Aldea de San Nicolás (IDE Gran Canaria)
Localización en Agaete (IDE Gran Canaria)
Localización en San Bartolomé de Tirajana (IDE Gran Canaria)
Localización en Santa Brìgida (IDE Gran Canaria)