viernes, 27 de mayo de 2016

SAMARRITA, LLANOS Y MONTAÑA DE LA (GÁLDAR)

Los dos topónimos se localizan al poniente de Saucillo, en los límites jurisdiccionales con el municipio de Agaete, quedando a su poniente el lugar de Piletas en los Llanos de Agaete, y a su naciente Los Llanillos. La Montaña de Samarrita, sus laderas de poniente caen sobre el mencionado lugar de Piletas, las septentrionales sobre Las Rosas y al pie de las meridionales emerge el Roque de Maninidra.

Cardos en flor en Los Llanos de Samarrita (caminosdecanarias-blogspot-com)
Al pie de las laderas de naciente de la Montaña se encuentran los Llanos de Samarrita, lindando al norte con los Llanos de la Cebada y al sur con el Lomo de los Caballos, separado del mismo por el Barranco de Mayorga que lleva sus aguas hacia el lugar de La Culatilla en Agaete.

Estos territorios eran tierras de realengo, pertenecientes a los Propios del Cabildo como parte de la llamada Dehesa del Prado de Pico Viento, cuyos pastos eran aprovechados de forma comunal por los ganaderos.

Pared Grande, base del canal de Samarrita
 (centrocuatropuertas-blogspot-com)
Las apetencias de tierras y aguas, que generaban múltiples disputas entre cultivadores y ganaderos, aconsejó obligó en consecuencia con  la Real Cédula de 22 de agosto de 1705 a que se definiera el deslinde de baldíos y realengos, siendo mencionado este lugar en el correspondiente al Prado de Pico Viento «… Por la parte de Gáldar linda desde la Cueva de la "Joya" de Vega, el Barranco abajo, a dar a la Mina de Samarrita, a la Mina del Chorrito, lindando con tierras del Maestro de Campo Cabrejas [1]  y don Juan Cabrejas [2], las veredas de las minas adelante al Lomo del Toscal, vereda adelante a dar a Peña amarilla de la Fuente a la boca de la mina y tierras de don Juan Antonio de Rojas [3] … » (SUÁREZ, 1978, p. 267).

Urgía la necesidad de los deslindes, pues el alto poder de los propietarios colindantes, pues al margen de la proximidad de la Hacienda de Pineda, hemos de conocer la personalidad de los antes mencionados con “llamadas” para entender de la presión que podían ejercer sobre el derecho comunal de los ganaderos .

[1] Gonzalo Cabrejas Bethehcourt, Maestre de campo y Regidor Perpetuo, esc 18 octubre de 1695 decía ser propietario de un tercio del Cortijo del Agazal de 16 fanegas y 6 celemines y de la Hoya de la Vega de 6 fanegada y 6 celemines, que nombra heredero a Esteban Cabrejas Soprani, sobrino e hijo del Capitán Juan Cabrejas.
[2] Juan Cabrejas Bethehcourt, Capitán, hermano del anterior y que en escritura de 2 de abril de 1703 decía ser propietario de otro tercio de las mismas fincas anteriores, y nombra heredero  a su mencionado hijo Esteban Cabrejas Soprani.
Ambos son hermanos de María, Juana y Francisca Cabrejas Bethehcourt, propietarias del gran Cortijo de Guayedra en Agaete.

[3] Debe tratarse de [Juan] Antonio de Rojas y Guzmán, que fuera alcalde de Gáldar, casado con Isabel de Valderrama, hermano del Capitán José de Rojas y Guzmán, que también figura como alcalde de Gáldar a mediados del siglo XVIII.
El Roque de Maninidra [izq], Llanos y Montaña de Samarrita [dcha] (Google Earth).
Al sur limitan con el lugar de Maninidra, que fue propiedad de un natural de la isla que no pudo soportar el hostigamiento, terminando las tierras en manos de la familia Cabrejas, y más arriba las tierras de Ynes Trellez, mujer de Anton Lopez, también conocido como Antón de Guanarteme, descendiente del guanarteme Artemi Semidán antes de ser bautizado.

Nos encontramos por tanto dentro de la Dehesa, territorio eminentemente pastoril, con minas de agua natural, alejado de la carretera Los Cruces-Caideros (GC-220) al que sólo puede llegarse por pista de tierras y caminos de pastoreo convertidos en senderos, por donde discurría el antiguo camino de Artazo

Probablemente ya era aprovechado de igual manera en la prehistoria de la isla, antes de la conquista, y en los Llanos de Samarrita se ha localizado un yacimiento arqueológico en un solapón consistente en un conjunto de cuevas de las que al menos dos fueron usadas con fines funerarios.

Solapón en Los Llanos (Patrinet)
Se trata de dos cuevas excavadas, de reducidas dimensiones y casi totalmente colmatadas de sedimento. La primera de ellas se orienta al sur, de unos dos metros y de planta de tendencia circular, con un muro exterior de cierre exterior. La segunda se orienta hacia el noroeste, posee una planta de tendencia rectangular, con muro de cierre exterior y dimensiones algo menor que la anterior.

Existen otras cuevas en el conjunto que contienen relleno sedimentario y pueden albergar restos humanos en el interior, si bien estos no son apreciables en superficie. El nivel de conservación del conjunto arqueológico es bueno y su fragilidad es baja, puesto que se encuentra en una zona relativamente alejada y de difícil acceso (PATRINET).

Cuevas de Samarrita (Patrinet)
En cuanto al origen del topónimo, sabemos que samarrita se trata de un diminutivo de samarra, siendo su aumentativo samarrón. Podría entenderse que se trata de un portuguesismo, y así lo encontramos documentalmente «Entre os últimos estava o irmão Joao Sanches que servia em casa de Sores em mísero estado, descalço, sem camisa nem chapeu, coberto apenas con a samarra» (GONGALVES, 1959, P. 469).

Pero es uno de esos términos comunes, por consiguiente ibérico, y también lo encontramos en el castellano antiguo. Remitiéndonos al más antiguo diccionario, El Tesoro de la lengua castellana, o española, Parte Segunda ..., compuesto por el Licenciado Don Sebastian DE COVARRUVIAS OROZCO, 1673, recoge: «CHAMÁRRA, vestidura có mãgas. Dixose de çamarra, interpuesta la h».

Y en lo relativo al origen del término, parece que su origen pudiera ser del eusquera «zamarra, 1335, Probablemente del vasco zamar (con artículo zamarra) íd., propiamente. ‘vellón del ganado lanar’, o de la palabra ibérica correspondiente. DERIV. Zamarro ‘zamarra’, fin s. XIV; ‘hombre tosco’, 1739. Zamarrico, Zamarrear ‘sacudir su presa el perro o una fiera asiéndola con los dientes’, hacia 1600,  propiamente ‘cogerla por la piel’» (COROMINES, 2011, p. 589).

El zamarrón palmero festivo y de faena, de lino o cuero. Composición (bienmesabe-org)
La ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA en su Diccionario Básico de Canarismos recoge el término «zamarrón. 1. m. LP.  Delantal de cuero que forma parte del traje típico del hombre», definición que se ajusta a lo entendido actualmente, más cuando algunas prendas típicas vienen de más atrás, y que no puede tener el mismo significado que tuvo para los lugareños de cuatro siglos atrás cómo mínimo. Situémonos por consiguiente en esos tiempos con la bibliografía bien documentada (GONZÁLEZ et RODRÍGUEZ, p. 683).

«Analicemos ahora en detalle las distintas prendas que configuran la indumentaria aborigen, objeto de nuestro estudio. A lo primero que hay que hacer mención es al tamarco [*] Luis Diego Cuscoy (1961), fue el primero en intentar aclarar el significado de este término, cotejando la información de que se disponía en aquellos momentos. El llegó a la conclusión de que el tamarco era fundamentalmente una capa, término debatido y confuso que quizá podrá asimilarse al de traje o vestido, en sentido genérico, tal y como lo entendemos en la actualidad. A esta conclusión llegamos de la mano de los cronistas, a través de cuyas descripciones sabemos que era una prenda usada indistintamente por hombres y mujeres y de diferentes formas y tamaños. Veamos lo que de él nos dice Gómez Escudero:

“Comúnmente en todas las islas el uestir de pieles, assi en hombres como mujeres, i el uso de las armas era uno mismo. Llamaban tamarcos un casaquilla de piel semejante a el zamarrón con que siegan el pan en España; y llamado de todos tamarco […] las mujeres en todas las islas era el mismo traje: cubrirse hasta los pies con faldellín de pieles; los hombres […] Poníanse otras ueces un zamarrón con media manguilla.” (Gómez Escudero [1978]:431-432). 
De todas maneras, lo que sí parece cierto es que el tamarco tenía la forma de una vestidura talar. El zamarrón, el camisón sin pliegues, son prendas que presentan el aspecto de una túnica. La propia voz zamarrón designaba en la Edad Media ─se utilizó al parecer desde el siglo XIII─ a una prenda hecha de piel de cordero. Se distinguía entre la zamarra, en la que la piel quedaba al exterior, siendo una pieza propia del vestuario de los pastores, y el zamarro, donde la piel tenía la función de forro y era característica del atuendo de los burgueses. En cualquier caso corresponde a la categoría de los trajes de encima [*] La indumentaria medieval ha sido dividida en diferentes categorías: prendas interiores; semiinteriores; prendas para vestir a cuerpo; trajes de encima; mantos, capas y sobretodos. Además de los tocados y el calzado (Bernis Madrazo, c., 1956). Es lógico que los relatores utilicen la voz zamarrón para referirse al tamarco, ya que lo que comparan es la fabricación en piel de ambas piezas, además del posible parecido en la forma.

[…] Las prendas del vestuario de la población femenina de las islas Afortunadas aportan algunas novedades interesantes, pero apenas difieren de las que configuran el atuendo masculino. Sus vestidos también eran talares, utilizaban ropillas “de cuero de carnero”, según Abreu Galindo, al igual que también hacen uso de los capotillos, todas ellas prendas ya descritas en el caso de los hombres. Aunque confusa, hay que destacar una nota de Marín y Cubas acerca de esta pieza:

“... las mugeres faldellín de lo mismo llaman tahuian [... ] usan de otro capotillo a modo de samarron de dos faldas sin mangas.” (Abreu Galindo, [1977]: 155-156). 
El autor confunde, sin duda, dos prendas, el capotillo de dos haldas, es decir, de dos paños o faldas que cuelgan por detrás y por delante y el zamarrón, al que ya hemos aludido más arriba. El recurso repetitivo a la voz zamarrón puede estar en relación con que en el Medievo esta era una de las pocas piezas trabajada toda ella en piel.

[…] En Tenerife existían diferencias según la clase social […] Parece que la principal diferencia está en la ausencia de mangas y calzado. Esta impresión se ve refrendada por la situación de Gran Canaria, donde el villano, no sólo no podía llevar estos aditamentos sino que también debía ir trasquilado e imberbe:

“Los pleueios andaban descalços de pie i pierna i trasquilados barba i cauello i con un zamarrón de pieles sin costura por los hombros, los braços de fuera i algunas veces con media manguilla i en lo interior tenían por la cintura cubierta sus partes.” (Cedeño, [1978]: 370). 

Pastos verdes en Los Llanos de Samarrita (caminosdecanarias-blogspot-com)
Dejando atrás los siglos de nuestra prehistoria, conocemos de la evolución en su uso que pudo tener esta prenda, con una referencia al siglo XIX, que aun remitiéndonos a la isla de La Palma, es válida para todas. La encontramos en el Diccionario Histórico del Español de Canarias (CORRALES et CORBELLA, 2001, p. 1.514).

«Zamarrón, samarrón.- Delantal pequeño de cuero que protege el cuerpo del segador.

1887 Stone Tenerife and its six satellites [Traducción Juan S. Amador Bedford, 1995 “Nos cruzamos con dos muchachos que guían unos bueyes y llevan sombreros y delantales cortos de cuero (samarrones), con esquinas redondeadas. Estos delantales, que lleva la mayoría de los habitantes de La Palma y que son una característica distintiva de sus trajes, son de piel de oveja. Cortan la piel de las patas traseras y la unen a la piel de las patas delanteras del animal, haciendo que así sea lo suficientemente larga para rodear el cuello de los hombres. Al principio parece que todos son herreros, hasta que uno se da cuenta de que los delantales de cuero son  parte de la ropa habitual.  […] Su traje consistía en una camisa blanca y pantalones corrientes, sueltos, que llegaban hasta un poco por debajo de la rodilla, una gorra azul, bastantes gastada, en la cabeza y el samarrón, o delantal de cuero”».

Si bien esta fuente vincula el uso del zamarrón o samarrón al oficio de segador, lo es acercándose a la acepción recogida por el DRAE «zamarrón. Del aum. de zamarra. 1. m. Andalucía. Mandil de lona o de cuero, con peto, que usan los segadores», como lo advierte el propio cronista histórico Gomez Escuderode piel semejante a el zamarrón con que siegan el pan en España”. 

Para iniciar, la trasquila (ganaderianogc-blogspot-com)
Y no lo puede ser, dado que en el lugar de los topónimos como tal Dehesa, no habían cultivos que segarse. Tan sólo pastos para los rebaños de ovejas, que son comidos directamente por los animales. Y por ello, hemos de vincular el uso de esta prenda hasta que llegó a formar “parte del traje típico”, a las costumbres pastoriles.

Probablemente su uso a lo largo de siglos lo fue para la trasquila y para la confección de quesos, teóricamente después también para la confección de la loza canaria, eso sí sujeta a las variaciones de los tiempos por la evolución de la materia prima para su confección desde la piel de oveja a otros tejidos algo menos impermeables, pero cumpliendo siempre con la finalidad de proteger su humilde vestuario campesino del engorro de dichos oficios.

Así el uso más tardío de la evolucionada samarra, samarrón, ó la samarrita origen del topónimo, lo vinculamos a la trasquila, porque además de la lana, la oveja llevaba y lleva consigo muchas garrapatas y piojos. 

Trasquilando con delantal (RTV Canaria)
«En el mes de abril o más tarde, según se adelanten o retrasen los fríos, comienza la turdidura o trasquila, que se efectúa por medio de unas tijeras anchas y cortantes. Los esquiladores atan las cuatro patas de la res y comienzan a separar el vellón por el vientre, no distinguen clases de lana ni colores y forman un vellón con la capa de cada res. En otros países se lavan las ovejas tanto para limpiar la lana como para matar las garrapatas y piojos, pero en éste es desconocido el procedimiento de lavado» (GRAU-BASSAS, Madrid, 1980, p. 64).

Hoy en día, son otros tiempos, se descubrió el jabón, y con él la higiene y el lavado de la ropa mejoró. Para muchos la trasquila es un espectáculo, para otros una excusa para una celebración comunal, como se hacía antaño, como algunos lo siguen haciendo o recordando.

Haciendo quesos con delantal (Fedac)
En la elaboración artesanal del queso, cuando el cuajo tiene bastante consistencia y se coloca en ese banco bajo que se conoce por quesera, con una superficie con rayas que llaman pinta, dentro del aro de madera de sauce que le da la forma, por un canalillo desahoga el suero, y como se tiene que seguir apretando con ambas manos para hacerlo más compacto, raro es que no salga un chirringue, que de no tener ese delantal de protección … ¡Jesú, María santísima!


Detalle de alfareras  con su delantal (Fedac)
Y no digamos cuando las alfareras hacían la bella loza canaria, allá en La Atalaya de la Vega o más tarde en la cercana Hoya de Pineda. Preparar el barro, pisarlo y amasarlo, levantarlo, habilitarlo y guisarlo, siempre con las manos embarradas  donde sus piernas, una laja o una baja silla en el mejor de los casos, son su “mesa” de trabajo, siempre con el mayor esmero, olvidándose de sus viejos vestidos de faena y protegiéndolos con algo parecido a un delantal, porque la única preocupación es que “la talla no llore”, porque si así fuera y una vez guisada perdiera agua, son ellas las que “llorarán” por haber perdido la materia prima, su valioso trabajo, y sobre todo, los pocos “cuartos” para poner algo en la olla para que sobreviva la familia.



Localización (IDE Gran Canaria)

martes, 24 de mayo de 2016

PITANGO, BARRANQUILLO Y LOMITO DE (VALSEQUILLO)

Topónimo que da nombre a un pequeño Lomo entre Las Vegas al poniente, y la Hoya de la Vieja a su naciente, en el centro de la histórica hacienda de Los Mocanes, junto a la carretera Lomo Magullo - Los Arenales (GC 132). Igualmente da nombre a un barranquillo que nace en la vertiente suroeste de la Montaña del Pleito y tributa sus aguas al Barranco de Cueva Blanca, aproximadamente en el lugar donde se encuentra el área recreativa de la Reserva Natural Especial de Los Marteles.

Vista del Lomito (Google Earth)
Del pitango o pitanga, sólo la expresión en femenino es recogida por la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, en su Diccionario Básico de Canarismos, diciéndonos que es el «Fruto del pitanguero». De este nos aporta el DRAE su significado «pitanguero. 1. m. Can. y Ur. [Canarias y Uruguay] Arbusto de las mirtáceas, de unos cinco metros de altura, que crece en los montes fluviales, de corteza gris verdosa, hojas simples, ovoides, de color verde intenso y frutos comestibles, rojos o morados, en forma de pequeñas bayas globosas de dos centímetros de diámetro, que se utilizan para aromatizar bebidas alcohólicas».

La remisión que nos hace el DRAE al uso exclusivo del término en Uruguay y Canarias, nos pone en la pista de donde conocer algo más del mismo, y así lo encontramos en la ficha del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) de Uruguay, con una amplia información del mismo.

Pitanguera 
«Tiene un follaje persistente o semicaduco, con hojas de color verde que a veces presenta coloraciones rojizas a violáceas en el invierno y tonalidades purpúreas más o menos pronunciadas con los brotes nuevos. Su altura en el monte nativo puede llegar a 7 - 8 m.

Las flores son blancas y frágiles, con largos pedúnculos. La floración es abundante y muy atractiva para las abejas; ocurre en primavera aunque algunas variedades tienen una segunda floración en verano. En estos casos hay una doble cosecha.

Las frutas son pequeñas y pueden ser de varios colores: anaranjados, rojos, violetas y casi negros, con “costillas” o gajos, de sabor dulzón, con presencia de taninos y jugo con pigmentos que tiñen. Contiene 1 o 2 semillas grandes. Se consumen frescas o procesadas, obteniéndose muy ricos jugos, helados, salsas y licores. La piel es muy fina y por ello la fruta debe ser tratada con mucho cuidado para que no se lastime. Está pronta para cosechar cuando ha desarrollado su color y se desprende al tocarla suavemente. Se puede comer directamente del árbol».

Pitangas
En relación con su inclusión en el DRAE, conocemos de las razones que llevaron a ello «La excepción corresponde a “pitanga”, porque pese a que tampoco hemos podido anotarla en ninguno de los léxicos consultados, ni tan siquiera en diccionarios y libros de botánica, entendemos que su inclusión en el DRAE-84, como “Can. Y Urug. Fruto del pitanguero”, puede estimarse correcta, lo mismo que el árbol correspondiente el “pitanguero”. Es este uno de los muchos casos en que los repertorios léxicos canarios, capaces de recoger palabras de muy poca entidad de uso, olvidan otras de mayor importancia » (CORRALES, 1992, p. 209).

Algunos años después el mismo investigador amplía su información para conocer de su arribada a las islas «… “pitanga y pitanguero” ‘arbusto de las Mirtáceas’ surgieron en el uso americano, y deben de tener igual punto de partida estas otras palabras, aunque sea difícil plantear con total evidencia que todas ellas vinieron a las islas con la vuelta de los emigrantes, si bien entendemos que las posibilidades de que sean americanismos en Canarias son más amplias que el sentido contrario, es decir, canarismos en América » (CORRALES et CORBELLA, 2013,  p. 662).

Vista del barranquillo (Google Earth)
Como bien se dice, ni las palabras, ni las frutas viajaban solas por el Océano Atlántico, y siempre precisan de un portador humano que las lleve consigo en su viaje de regreso, y para ello se hace necesario conocer como salió de las islas, bien él o sus antepasados en aquellos bergantines en los que se asumía enormes riesgos y sufrir de los mayores rigores, como auténtica “mercancía de carga”.

A partir de la aprobación de la Constitución de 1830 de Uruguay, el gobierno de dicho estado ya independiente se planteó el desarrollo del país que venía condicionado, entre otros factores, por la insuficiente población rural que imposibilitaba cualquier intento de transformación del sector agrario, la carencia de rutas eficientes en transportes y comunicaciones y el escaso valor comercial del puerto de Montevideo que tenía que diversificarse más allá de la salazón del pescado para poder competir con el cercano puerto argentino de Buenos Aires.

La burguesía comercial uruguaya surgida a partir de la nueva Constitución, propuso al Estado la contratación de albañiles, herreros, carpinteros y agricultores a partir de la traída de emigrantes. «En 1834 se puso en marcha un plan para atraer la inmigración, cuyas características quedaron claramente delineadas. La preferencia del gobierno se inclinaba hacia los artesanos, peones y trabajadores a quienes pudieran acreditar buena conducta los cónsules residentes en el territorio uruguayo. Fue entonces cuando se presentaron: Jorge Tornsquist, proponiendo atraer la emigración alemana; Samuel Fisher Lafone, que se comprometía a transportar mil emigrantes desde Islas Canarias, Cabo Verde y provincias vascongadas. Entre ellos deberían contarse 400 artesanos ─albañiles, herreros, carpinteros, etc.─…» (MARTÍNEZ, 1982, p. 261).

Puerto de Montevideo  1829
Si de una parte Samuel F. Lafone se encargaría del transporte de colonos canarios, es Juan María Pérez, que desde su privilegiada posición como comerciante, estanciero, propietario, diputado de las Cámaras Legislativas y Ministro de Hacienda bajo la presidencia de Manuel Oribe y Viana (1835-1838) *Nieto de José Joaquín de Viana, natural de Lagrán (Álava), militar español y gobernador de Montevideo, se convierte en el contratista en destino de los emigrantes canarios y facilitador en la Administración interior.

Un siglo atrás, la legislación en origen era favorable con la autorización «… que el Monarca español Felipe V aprobara por Real Cédula de 1725 el poblamiento del lugar que habría de constituir la ciudad de Montevideo, autorizando el paso de familias canarias, con los privilegios que las Leyes de Indias concedían a los vecinos fundadores …» (GUERRERO, 1960, p. 493), que generó el establecimiento cada año de 1.500 canarios, utilizando como medio de transporte los buques extranjeros en tránsito por las islas, emigración que en opinión de los gobernantes de entonces consideraban que iba en perjuicio de la agricultura y artesanía canaria, sin considerar que aquellos que recurrían a la emigración lo hacían por superar la miseria a la que estaban condenados por los abusos de los propietarios de las tierras isleñas del Antiguo Régimen.

Fuente: MARTÍNEZ DÍAZ, N.:
“La emigración clandestina desde las Islas Canarias al Uruguay”
Sería el proceso de independencia de los países sudamericanos el que determinará la prohibición de emigrar a dichos destinos en tiempos del absolutismo de Fernando VII «… El Consejo, teniendo a la vista el expediente en cuestión y lo expuesto por el Consejo de Indias ─en consulta del 17 de febrero de 1827─, estimó conveniente que la autorización de licencia para pasar a los "países sublevados, o extrangeros del Continente Americano", la concediese el Rey o el Consejo de Indias. Se exceptuaba de tal trámite el paso a Cuba, Puerto Rico y Filipinas y aquellos países que volviesen a la "obediencia" de la casa borbónica reinante; en este caso bastaba solamente que el Juez de arribadas concediese la licencia y se abonase un derecho de dos pesos fuertes por ella…» (Ibídem, p. 494).

A partir de que fueron consolidándose las contrataciones en Uruguay como destino de la emigración canaria, a pesar de la prohibición porque la «… realidad económico-social superaba a los buenos deseos de los gobernantes [¿?], y los Isleños indigentes hallaban siempre los medios para abandonar sus tierras y hogares en busca de nuevos horizontes …» la clandestinidad se hizo tan evidente como la necesaria y urgente supervivencia económica de las familias, y así desde que Uruguay estableció los mecanismos para acoger a estos “refugiados económicos” de Canarias, primero fueron los “conejeros”, y le siguieron las restantes islas.

Vista del lomito (Google Earth)
Pero los malos vicios de la sociedad aristocrática española también se habían instalado en Uruguay, y en los primeros años de la corriente migratoria «… La situación especial de los colonos, trasladados hasta Montevideo por los distintos contratistas, los colocaba casi inermes en poder de quienes les empleaban haciéndose responsables del pago de sus pasajes a cambio del trabajo del inmigrante. Esta semiesclavitud temporaria constituyó una ventaja adicional, tal vez inesperada, para el patriciado; pero es indudable que produjo un margen de beneficio comercial para los empresarios, aunque reducido más tarde por el conflicto armado y el sitio de la capital. Este tráfico de nuevo tipo fue explotado por hombres cuya habilidad en el terreno del comercio, las finanzas y la especulación, no ofrecen duda alguna. Uno de estos hombres era Samuel Fisher Lafone. Activo representante del estrato social más poderoso de la joven república uruguaya, explotaba toda posibilidad para ampliar la esfera de sus negocios.

[…] En 1837, Samuel Fisher Lafone celebra contrato con la administración por el cual se compromete a traer, por espacio de cinco años y a su costa: “de Europa y de Canarias personas industriosas y agrícolas que fomentasen las artes y la labranza”. El gobierno debía pagar ochenta patacones [*Antigua moneda de plata de una onza] por cada colono mayor de catorce años y cuarenta por los menores de esa edad. Quedaban exceptuados los niños de pecho y los mayores de sesenta y cinco dos. Los colonos firmarían con el Estado vales a doce, dieciocho y veinticuatro meses por el pago de sus pasajes…» (MARTÍNEZ, 1982, pp. 261 y 263).

Entre 1835 y 1842  se estima llegaron a Uruguay 8.200 canarios, 4.900 hombres y 3.300 mujeres, aproximadamente un 17% de la emigración total arribada en ese período.
 
Vista del barranquillo (Google Earth)
Los intereses de Samuel F. Lafone y sus relaciones a ambos lados del Atlántico debieron ir en aumento cuando «El domingo 3 de abril de 1836, el periódico "El Español" de Madrid daba a conocer la noticia de que últimamente se había concluido, entre el Cónsul de S.M.C. en Bayona y el representante de la Casa inglesa "Samuel F. Lafone" de Montevideo, un convenio para la traslación de Colonos canarios y vascongados a la República del Uruguay».

Buena parte de los emigrantes canarios se asentaron en Uruguay, después de haber soportado un inhumano viaje y un largo tiempo pagando el coste de su viaje en condiciones de explotación, pero no dudamos que la inquebrantable voluntad de prosperar en la vida les hizo convertirse con el tiempo en propietarios de tierras uruguayas del noroeste, próximas a Río Grande del Sur (Brasil), donde ya se aprovechaban los “pitangueiros”, castellanizado “pitanguero”, que se daba de forma silvestre en los montes ribereños y en quebradas.

Fuente: MARTÍNEZ DÍAZ, N.:
“La emigración clandestina desde las Islas Canarias al Uruguay”

La “pitanga” también llamada en Uruguay “ñangapiri”, “grulli”, comercialmente como “grosella” o “cereza de Cayena”,  debió convertirse en un preciado tesoro de aquel o aquellos canarios que regresaron a sus tierras del nonato municipio de Valsequillo, en gestación en aquellos tiempos del s. XIX por el impulso de su parroquia, no dudando en traerse semillas de pitangueros, que después de plantadas en las inmediaciones del Lomito o del Barranquillo de su nombre, causaron tal sensación entre los lugareños que decidieron reconocer dichos lugares con el nombre de su fruta, en masculino, que se podía comer directamente del árbol.

Desconocemos si existe por estos lugares todavía algún viejo pitanguero, y si así fuera el dulce sabor de sus pitangos o pitangas debe traernos a nuestra memoria la alegría por la vuelta de los amargos momentos vividos en la obligada emigración llevados en un pequeño barco de dos palos de velas llamado bergantín.



Localización del Lomito (IDE Gran Canaria)
Localización del Barranquillo (IDE Gran Canaria)


viernes, 20 de mayo de 2016

FREGENAL, LOMO DEL Y SOLANA DEL LOMO DEL (VALSEQUILLO)

Los topónimos los localizamos al sur de la Hoya de Zurita y Las Capotas, al norte del barranco de los Cernícalos frontera jurisdiccional con el municipio de Telde al que perteneció Valsequillo hasta el siglo XIX, encontrando al naciente Los Arenales y La Colomba, y al poniente el Lomito de Pitango y la Hacienda de los Mocanes.

Panorámica (turismovalsequillo-com)
El origen del topónimo lo encontramos en las tierras solicitadas por el vecino de Telde Diego Xara el 18 de septiembre de 1521 cuando pide «… me fagan merçed de un pedaço de tierras de sequero en que abra tres caizes de sembradura que es en termino desta çibdad donde  dizen Tyntiniguada y a por linderos de la una parte tierras de los herederos de Juan de Villalon di Franco e de la otra parte tierras de los herederos de Alonso de Çurita diffunto e por las otras partes los riscos de todas partes …» (RONQUILLO, M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1998).

La descripción de los linderos de la data nos aporta dos datos importantes para su localización, las “tierras de los herederos de Alonso de Çurita” de las que queda vivo el topónimo de Hoya de Zurita y “por las otras partes lo riscos por todas partes”  que alude a los escarpes del Barranco de los Cernícalos los cuales hemos tratado en entradas a este Blog.

El peticionario Diego Xara, que después sería alcalde de Telde, es hijo del conquistador Gonzalo de Jaraquemada “el Viejo”, natural de Fregenal de la Sierra por lo cual el topónimo hace referencia al lugar de procedencia de su padre.

Vista (Google Earth)
«XARAQUEMADA [DE LA CORUÑA], GONZALO
Abreu lo sitúa como miembro de la gente de Diego de Herrera, venidos hacia 1455. Cfr. op. cit., libro I, cap. 23.

Natural de Frexenal de la Sierra, fue vecino de Lanzarote desde, aproximadamente, 1472. Será criado de Diego de Herrera y alcaide de la torre de Guanapay. No fue conquistador de Gran Canaria al tiempo de Rejón y Vera; pero sí pasó como repoblador, recibiendo en 1485 tierras en Telde, de la que sería uno de sus fundadores, y en Gáldar [sic].

Ejerció como teniente de gobernador de Gran Canaria. Elegido regidor en 1501 para el mandato de 1502-1504, fue confirmado por RC de 22 de febrero de 1502. AS. RS. Actuó como testigo, el 27 de septiembre de 1502, en la información de Catalina Guerra. Entre sus declaraciones constan que estuvo en Lanzarote en 1477, cuando los vecinos pasan a Sevilla a testificar o intervenir en la Pesquisa de Pérez de Cabitos. Dice que Fernán Guerra y Pedro de Aday fueron informantes del Rey. Declara que estaba en Lanzarote cuando, en 1478, llegan las naves para la conquista de Gran Canaria. Era alcalde de la fortaleza de Guanapay por Diego de Ferrera, marido de Inés Peraza, y no vio los sucesos de la conquista. Él y su mujer murieron antes de 1510.

Casó con María de Cabrera, hija de Elvira Cabrera Hija de Alonso Cabrera de Solier y de Catalina Dumpierres y de Perucho Bilbao Hijo de Juan Pérez de Munguía y de Margarita Perdomo. Hijos: l. Gonzalo Xaraquemada, c. con María Mayor, hija de Juan Mayor, conquistador, y de Marina Aday. II. Diego Xaraquemada, c. con María Sánchez, hija de Guillén Castellano, conquistador, y de Marina Perdomo. III. Águeda Cabrera, c. con Diego Íñiguez Sanmartín. IV. Rodrigo Xaraquemada. V. Catalina González, c. con Miguel Muñoz (CEBRIÁN LATASA, J.A.; Diccionario biográfico de Conquistadores de Canarias, Sta. Cruz de Tenerife, 2003).

Gonzalo de Jaraquemada “el Viejo”, así apodado para distinguirlo de su hijo homónimo Gonzalo de Jaraquemada “el Mozo”, es uno de los conquistadores fundadores de Telde "en fértiles llanadas a media legua del mar y puerto de Melenara y la Madera y aún del de Gando, fundó el capitán Gonzalo de Jaraquemada, natural de Fregenal de la Sierra, en Extremadura, al lugar del Telde en los llanos que llaman Jara, donde situó su casa. Y por haber descubierto a un tiro de mosquete más abajo la fresca, abundante y perenne fuente le prosiguió Cristóbal García del Castillo en el paraje que ha crecido su población 340 vecinos arruados ..." (DEL CASTILLO RUIZ DE VERGARA, P.A.: Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias, Sta. Cruz de Tenerife, 1848).

Detalle fotográfico de la Solana (Google Earth)
Este apellido puramente extremeño, de Fregenal de la Sierra en Badajoz, parece provenir de la unión de los Jara y los Torquemada, que durante siglos se escribió como Xara-Quemada. El antropónimo extinguido en Canarias, constituyó el inicio de linajes importantes en las islas, que de alguna forma ennoblecieron Telde en la antigüedad para competir con la Ciudad Real de Las Palmas, prestando su apellido al antiguo lugar de Los Llanos de Xaraquemada donde se construyó la iglesia de san Gregorio, si bien no fue el linaje de la saga de los Jaraquemada el que prestigió Los Llanos que llevan su nombre, pues su residencia estaba compartida entre el noble barrio de San Juan y el barrio de Vegueta en la Ciudad Real, lugar conocido por su apellido al ser las tierras de su propiedad con las primeras datas concedidas por el gobernador Pedro de Vera entre 1485 y 1489, algunas de las cuales precisaron procesos de confirmación por los reformadores de los repartimientos.

Procedente de Fregenal portando este apellido no es el único que llega a Telde. Con Gonzalo Jaraquemada de allí llega a Canarias, su sobrino Diego Jaraquemada, que fueron respectivamente Maestre de Campo y Capitán en la guerra de Granada, tras la que pasaron a la conquista de las islas. El primero ostentó los cargos de Teniente General de la Conquista, gobernador y Capitán General de la Isla en la ausencia del General Pedro de Vera. Probablemente de su sobrino son descendientes otros portadores del apellido en Telde, conocidos por los repartimientos en el ecuador del siglo XVI cuyos nombres no responden a los hijos del primero: Juan Xara, Alonso de Xara, Alvaro de Xara y Felipe Xara. También es citada Catalina Xara, que sí puede tratarse de su hija llamada también Catalina González.

«El lugarteniente de Pedro de Vera, Gonzalo de Jaraquemada construyó asimismo un ingenio en las tierras que le habían concedido en los Llanos. Por la documentación existente pensamos que tras el fallecimiento de Gonzalo, la hacienda pasó a su hijo Diego de Xara, alcalde de Telde, así lo manifiesta en 1522 Antonio de Mayuelo, quien declara que las cañas que el poseía en Telde las dio a moler al ingenio de Diego. El desconocimiento de los lazos matrimoniales de Diego nos impide plantear como se realizó la sucesión de la hacienda. Sabemos que a finales del XVI el ingenio es propiedad de Agustín Inglés Xara, hijo de Ana de Xaraquemada. Posiblemente ésta heredada la hacienda y que antes de su fallecimiento pasase a su hijo Agustín » (RIVERO SUÁREZ, B.: “El régimen de propiedad de la tierra en Telde después de la conquista”, Localización: Historia. Instituciones. Documentos, núm. 24, 1997, pp. 405-428).
De Gonzalo de Jaraquemada “el Viejo” y de su mujer María de Cabrera hay vínculos familiares con el condado de la Vega Grande de N.ª S.ª de Guadalupe, según apreciamos en el árbol genealógico (TABARES DE NAVA, T.: Abuelos de Abuelos, Sta. Cruz de Tenerife, 1970), y de la Casa de León y Romero en Canarias, los condes de Alcolea de Torote, y la mayor parte de la nobleza de Tenerife.

Un hijo de Diego de Jaraquemada el conquistador, el Maestre de Campo y Coronel de Infantería llamado también Gonzalo de Jaraquemada, se casó con Marina de Aday de la que tuvo una hija llamada María Mayor Jaraquemada. María contrajo matrimonio en Telde con Jaime Codina Villar, vecino de Barcelona y conseller (concejal) de su ayuntamiento, que se había establecido en la isla. De esta unión fueron hijos Juan Andrés Codina y Catalina Codina Jaraquemada, casándose esta última en Telde con el Regidor Perpetuo de la isla José Fernández Muñiz que tuvieron diez hijos.

La tercera hija del matrimonio, Clara Muñiz Codina y Jaraquemada, se casó con el Regidor perpetuo de la isla Hernando del Castillo-Olivares Maldonado, de cuyo matrimonio nace el sucesor Cristóbal del Castillo-Olivares que sigue la línea.

Vista (Google Earth)
Si bien en la isla el apellido Jaraquemada se extinguió, su presencia en la América colonial es importante «El capitán Juan de Jaraquemada, Hijo de Juan Codina, catalán establecido en Gran Canaria, y de Isabel Jaraquemada, natural de Telde. Fué capitán de una de las tres compañías que vinieron a Gran Canaria con el capitán general don Luis de la Cueva y Benavides, en julio de 1589. Más tarde fué maestre de campo, capitán general del reino de Chile, gobernador y capitán general de Navarra» (CIORANESCU, A.: “Cairasco de Figueroa. Su vida, su familia, sus amigos”, Anuario de Estudios Atlánticos, Núm. 3, 1957, pp. 275-386).

En la amplia zona de Valsequillo en el que se encuentra este Lomo del Fregenal, rematado en su punto más alto por la conocida como Solana del Lomo del Fregenal, donde se ha construido un mirador y se localiza un conjunto arqueológico, se concentraron en los primeros años de la conquista los fuertes intereses económicos de tierras y aguas en el antiguo Telde, como es el caso de las colindantes tierras de los Zurita y los Jaraquemada que suscitó distintas controversias entre las familias en función de la proximidad que ambas tuvieron con el gobernador Pedro de Vera, más proclive con los Jaraquemada.

«108. 1485 Septiembre 2. Córdoba (f. 243). Orden a Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, para que restituya a Lope de Zorita, vecino de dicha isla, su casa y hacienda, un asno y un pedazo de tierra, más un majuelo y otro pedazo de tierra, donde sembraba una fanega de trigo, que dió al obispo, y para que pague el caballo que le mató; por lo que fue condenado en dos mil quinientos maravedís por las drs. de Alcocer y de Villalón. Didacus. Johannes. Andreas. Decanus Hispalensis. Antonius Mármol » (AZNAR VALLEJO, E.: Documentos canarios Registro General del Sello. 1476-1517, Sta. Cruz de Tenerife, 1981).

Bancales (Ortofoto IDE Gran Canaria)
Escasas noticias documentadas se tienen del otro vecino colindante en el repartimiento de estas tierras recogido al principio Juan de Villalon di Franco, salvo que según algunas fuentes estaba casado con Catalina Hernández, y el atribuírsele el origen del lugar de La Villarona, al naciente de San Juan en cuyo entorno son abundantes los antro-topónimos: La Betancora, La Vizcaína, La Taborda, Aragomez, La Trompeta y Mirabal.

Las difíciles condiciones del relieve en los escarpes del Barranco de los Cernícalos obligaron a la superación humana para su aprovechamiento con construcción de bancales o cadenas para el cultivo de cereales, tierras muchas de ellas ahora abandonadas que son sólo aprovechadas por los ganados que aportan su leche para la quesería artesanal de la Solana del Lomo del Fregenal.

En la isla se localiza otro topónimo similar a éste, Cuevas del Fregenal en Santa María de Guía, teniendo el mismo su origen en Alonso Gómez de Fregenal arribado a la isla allá por 1513.

Localización (IDE Gran Canaria)